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Últimamente se vuelve a marear la perdiz con es Camí de Cavalls. Que si militares sí, que si militares no.... Nonsense, tonterías, bestieses. Cortinas de humo sobre una ruta llena de estacas políticas que sobran en un 80 por ciento. Las estacas o mojones se ponen en encrucijadas o en lugares donde resulta dudoso el itinerario, nada más. ¡Ah! y si en vez de usar madera tratada se pintan flechas amarillas en las rocas sale más barato).

En resumen: un camino en sombras como acertadamente nos cuenta Lola Maiques en un magnífico artículo (Es Diari 8/1/2011) poniendo el dedo en la llaga, y a quien felicito encarecidamente por su lucidez.

Y es que la cuestión fundamental sobre "es Camí", dejándonos de tonterías, es que se pueda disfrutar en su totalidad, facilitando su acceso y recorrido. Creo que la cosa no es tan difícil. Mi experiencia en el Camino de Santiago me lo confirma. Se trataría de construir cada 20 km. un albergue municipal en el que hubiera un dormitorio común con 50 camas-literas, unos servicios, un salón para comer y relacionarse, una cocina con todo el menaje (para que el viajero se cocinara sus macarrones) y lavadora-secadora, todo ello montado sobre un barracón grande de esos prefabricados. Con 10 albergues así, financiados por los ayuntamientos en su término, todo quedaría arreglado. Y créanme, no faltan personas con ganas de aislarse una temporada de la civilización (?) que quieran ejercer, por comida y cama y en turnos, de hospitaleros voluntarios.

Además la cosa es rentable. Me contaba el alcalde de un enclave palentino, que el albergue municipal de su localidad generaba al año de media, descontando el mantenimiento, un mínimo de 6.000 euros limpios al mes. ¡Y dormir en el albergue con derecho a todos los servicios cuesta 5 euros día!

Y no nos engañemos, cuando una ruta se vuelve interesante para determinado sector viajero (digo viajero, no turista) no hacen falta promociones ni FITURES. Empieza a funcionar el boca a boca mundial y la gente acude de todos los lugares del planeta. Así ha ocurrido en el de Santiago. Hace unos años solo lo conocíamos los iniciados y de repente, con una hábil política común entre asociaciones privadas de Amigos del Camino, ayuntamientos, ministerio de Fomento y la Iglesia, se ha logrado el milagro de que aparezcan por aquí noruegos, suecos, holandeses, polacos, alemanes, franceses, yanquis, canadienses, coreanos y japoneses. Incluso hay australianos y neocelandeses, que desde las antípodas han oído hablar del Camino y vienen a conocerlo y vivirlo, sin que nadie les haya mandado un folleto. ¡Y por todos los dioses del Olimpo que vienen bien informados!. Radio Macuto funciona.

Añadir también que de vez en cuando aparecen algunos españoles.
¿Porqué no aplicar esa política aquí? Luego cuando el "Camí" comience a ser popular podría incrementarse sus servicios con albergues privados. Fíjense el buen negocio que supone el Camino, que con un canon solo algo superior que el de los municipales, (7 euros por persona y día) los hospitaleros privados se forran, hay patadas para fundar un nuevo albergue. Ya existen, incluso, demasiados.

También hay que contar con los inconvenientes de estas rutas mágicas. A ellas acude de todo: viajeros, en verano turistas con nevera portátil, neohippies sin lavar de esos del perro atado con cuerda, goliardos, saltimbanquis, aprovechados y sablistas, pero es algo con lo que hay que contar: las contradicciones de la vida solo se superan en el estado de Nirvana.

Por último una buena ruta viajera es aquella que cuenta con una buena guía. La publicada sobre "es Camí" deja bastante que desear, se la nota política, como las estacas, improvisada, hecha a toda prisa y que lo hace todo menos guiar.

Una buena guía es aquella en la que el autor se ha pateado el camino metro a metro y señala en ella todos los accidentes merecedores de ser orientativos: desde una encina solitaria a una fábrica de jamones, pasando por una línea de alta tensión o un bosque de tilos. Una guía así, además, tiene que incluir mapas a una escala suficientemente grande para que pueda servir de algo y páginas, muchas páginas. ¡Ah! y que las fotos sean algo más que un mero adorno. Para muestra un botón: reproduzco una página de la magnífica guía del Camino de Santiago de la editorial Anaya.

El otro día decía Pérez Reverte, que a la política hay que venir llorado, así que no me cuenten milongas.

Que si no hay dinero...., que si tal que si cual.....

Ya.

No hay dinero para lo que no interesa.

Además, para fomentar el progreso tiene que haber sangre (en las venas).

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