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La crisis sigue su curso. La dura y compleja situación económica en la que se halla inmersa España parece haber propiciado últimamente una mayor actividad en el ámbito de la denominada consultoría estratégica y el asesoramiento laboral. Triste paradoja que se explica por el elevado índice de desempleo y las menguadas expectativas que brinda el debilitado mercado de trabajo.

Si bien mucho antes de la crisis de 2008 la evolución de la economía española y de la gestión empresarial ya había generado una abundante divulgación de estudios, ensayos y publicaciones sobre estas parcelas, que siempre tienen un público fiel, esta tarea editorial se ha intensificado tras corroborarse la gravedad de la actual crisis económica. En este sentido, es perfectamente comprensible que desde diversos foros de análisis se haya solicitado la colaboración de catedráticos y economistas de reputada solvencia académica y profesional para desentrañar las claves de la crisis que no cesa y proponer unas salidas exitosas.

A un servidor, sin embargo, lo que le asombra es otra cuestión. Esto es: La crisis ha originado la edición de una enorme cantidad de libros sobre la idem. Y a pesar de que toda crisis es fuente de nuevas oportunidades, como sostiene el cliché más extendido, sospecho que en ese afán de explicar las más recientes convulsiones económicas y sociales se han colado bastantes plumas oportunistas. Si se confirmara tal sospecha, en verdad resultaría sorprendente el atrevimiento, el desparpajo y la frivolidad de cuantas personas totalmente alejadas de la ciencia económica y del mundo de la empresa se han lanzado a propagar en público sus "sesudos" conocimientos y análisis. Sin reparo alguno. Al respecto, me temo que muchos autores no han dudado en sumarse a la corriente que intenta hacer su agosto a costa de la crisis y el desconcierto casi general reinante. A partir de ahí se entendería por ejemplo el supuesto auge de determinados libros de autoayuda o de volúmenes del tipo "Cómo preparar adecuadamente una entrevista de trabajo", "Redescubra sus habilidades directivas", "Exigente decálogo para reflotar su empresa", "Cómo reforzar la capacidad de liderazgo" o "Consejos prácticos para negociar un buen convenio colectivo", títulos que obviamente me acabo de inventar para señalar más eficazmente al lector los riesgos que conlleva a veces el hacer caso a pies juntillas de determinada producción "literaria" si no está firmada o avalada por autores de contrastada competencia.

El paro, por otra parte, origina multitud de episodios depresivos, ansiedad y estrés, como bien saben ustedes. Y al incrementarse los casos de depresión, crece lógicamente la actividad en muchos gabinetes de psicología y psiquiatría. Para evitar frustraciones irremediables, valga también la advertencia de que conviene mantener las debidas reservas ante ciertos servicios que se prestan en el ámbito de la consultoría laboral. Sobre el particular, considero oportuno referirles un caso expuesto el pasado 5 de diciembre en las páginas de "El País", en su suplemento económico "Negocios": Una persona joven -25 años- de Sevilla relata que llevaba dos años opositando a judicaturas y que ha decidido dejarlo; indica que lo único que le ofrecen es trabajar en despachos de abogados "pero sin cobrar", y pregunta si debería aceptar esta oferta o "esperar a que salga algo mejor". La respuesta, descorazonadora respuesta, se la proporcionó Almudena Corral, directora de evaluación y consultoría de Ray Human Capital: "Aproveche al máximo cualquier oportunidad -afirma entre otras cosas Corral-, incluyendo trabajar en algún despacho aunque inicialmente no le paguen nada a cambio. Considere dicha experiencia como una inversión más en su formación que le permitirá vivir experiencias personales y profesionales que solo le reportarán beneficios, y que será sin duda su puerta de entrada al mundo laboral. Es muy importante -prosigue la directiva de Ray Human Capital- que dicha experiencia le reporte el máximo retorno, y dado que no recibirá una recompensa económica a cambio, trate, al menos, de que sí le suponga la mejor oportunidad de aprendizaje".

Se ignora, claro, la reacción de quien solicitó que le aconsejaran y si quedó satisfecho con la contestación recibida. Por mi parte, coincido con Almudena Corral en que trabajar sin cobrar pueda ser toda una experiencia personal, "inolvidable" añadiría, pero considero asimismo tal propuesta una recomendación sencillamente inadmisible, más aún, un insulto a la dignidad del estudiante que aspira a trabajar. Es solo mi modesta opinión y soy consciente de que, ante una situación de semejante calado, carece de valor alguno y no interesará desde luego a los señores de Ray Human Capital, expertos según parece en vender optimismo y paciencia. Así cabe deducirlo cuando menos al leer cómo cierra Almudena Corral su respuesta: "No piense que ha perdido el tiempo, porque en ningún caso es así, pero centre ahora su atención en encontrar esa oportunidad profesional que busca y mire hacia el futuro con optimismo y alguna que otra dosis de paciencia". Para deprimirse.