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Si nos entretenemos en repasar el comportamiento de los jefes de estado, primeros ministros y sus cercanías, puede que al final no demos crédito a la baja calidad de algunos de estos tristes personajes que han tenido o tienen en sus manos y en sus torpes mentes un inmenso poder.

A mí me parece irreal, qué quieren que les diga, que personajes como Berlusconi estén al frente de la máxima responsabilidad de la política italiana. Un hombre casi octogenario al que el mujerío diríase que le tiene trastocada la mollera y, paradojas tiene la vida, se va a tener que sentar en un banquillo acusado, nada más y nada menos que de corrupción de menores y de abuso de poder y lo hará frente a tres mujeres. ¡Anda que no! Tres magistradas, como en un sainete de los Álvarez Quintero, juzgado por tres mujeres, si es que el cavaliere y su tribu de "retuerceleyes" no encuentran un resquicio jurídico para, una vez más, seguir escabulléndose de una justicia que posiblemente a cualquier italiano lo llevaría al banquillo primero y seguramente después a la mazmorra. Y no me digan que no es casualidad que vayan a ser tres magistradas las que juzguen al cavaliere. No lo van a tener fácil porque si lo encuentran inocente, vale, pero enchironar a Berlusconi no va a ser sencillo, un hombre que no sabe en qué gastarse los millones de euros que le sobran.
Las magistradas son Orsolina Cristófaro, Carmen D'Elia y presidiendo el tribunal la magistrada Giulia Turri.

No es la primera vez, y barrunto que no va a ser la última, que una mujer hace añicos la trayectoria política de un jefe de estado, primeros ministros, ministros o altos personajes de las finanzas, las letras o estamento religioso que han visto vituperada, y con razón, sus trayectorias de altas dignidades y no por culpa de la mujer precisamente si no enteramente por culpa de ellos.

Karima el Maghour, para la prensa rosa, la oposición italiana y ahora la justicia, más conocida como Ruby, tiene a Berlusconi al borde del banquillo.

Ustedes se recordarán de un presidente americano, un tal Clinton, y de una becaria, Monica Lewinsky. Haciendo memoria de lo que se publicó sobre aquel hacer, resultaría que el presidente americano (sea cual sea el presidente americano le endilgan el fatuo titulillo del hombre más poderoso de la tierra) en el famoso despacho oval "se despachaban" otros asuntos más carnales que los farragosos vaivenes de la política internacional. La tal Monica, en un extraño fetichismo, dejaba sobre sus ropas "el elixir de la vida", fruto de sus carnales devaneos. O era fetichista o era más espesa que la Titi que estaba al borde del mar y se lavaba con saliva.

Un poquito más atrás en las cronologías del "hombre más poderoso del mundo" llegamos a los Kennedy, a los que las "faldas" les iban a proporcionar muchas páginas de sus biografías, más amenas que las puramente de acción política.

Hay mucho politicastro que tiene para sí que no sólo de política vive el político. Les comento: no hace más allá de un par de meses que todo un señor ministro de los de comer con palillos, tuvo que presentar su auto dimisión fulminante porque el amigo se presentó con un "cuerpo jota" de los de aquí me caigo, aquí me levanto. Y es que el sake tiene de ordinario una graduación alcohólica que lo mismo tumba a un cargador de muelles que a todo un ministro. Por cierto, en esto del alcohol, se recordarán de aquel presidente ruso al que el vodka le ponía fino. Lo mismo le daba dirigir una orquesta que andar dando tumbos, poniendo de los nervios a los guardaespaldas. Que lo cojo, que no lo cojo… ¡uf! Qué sudores, con los periodistas y las cámaras de testigos.

Fíjense que no quiero ni nombrar la interminable lista de estos personajes que cuando la cosa se les pone de mal poner, emigran a otro país a disfrutar de la inmensa fortuna que han robado. ¡Ay, perdón!... ¡en qué estaría yo pensando!, que lo quise decir es a disfrutar de los ahorros…

Al tal Berlusconi, cuando se siente (si es que eso llega a suceder) ante las togas y las puñetas de las señoras magistradas, ya se dará cuenta de que una señora juez en eso de la justicia viene siendo lo mismo que un señor juez. Quizá entonces caiga en la cuenta de lo esperpéntico de su figura, completamente impropia de un hombre cabal, y no digo nada si éste es, además, el primer ministro de su país. Lo de ser un cavaliere mejor vamos a dejarlo, ¿no les parece?