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El diario "La Vanguardia" publicó el lunes una estadística, con datos del CIS, que demuestra que solo el 50,7 por cien de los españoles se siente muy o bastante satisfecho del sistema democrático. Un 47,1 por cien se manifiesta poco o nada satisfecho. Desde el intento de golpe de Estado de 1981, el apego al sentimiento demócrata fue creciendo hasta alcanzar un 85,7 por ciento en el año 2.000. Los ciudadanos se identificaban con un sistema que el Rey y los partidos políticos habían sabido defender ante las posiciones reaccionarias, que hoy ya han pasado a los libros de historia. La insatisfacción actual no es con el sistema, que se entiende como el mejor de los posibles, sino con la forma en que se utiliza por parte de los partidos políticos. Nótese que los datos de la encuesta se aproximan a los de participación en algunas convocatorias electorales. Se podría considerar que el desinterés es consecuencia de la madurez y que lo mismo se ha producido en otros países europeos. Sin embargo, nuestros representantes al recordar los valores que crecieron en la década de los 80, deberían preocuparse de no marchitarlos con debates y estrategias egoístas. El 23-F debería ser algo más que un dato histórico.