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No siempre, me satisfacen las noticias portadoras del Menorca. La del domingo 6 del corriente fue fatal, a la vez que esperada, pero la muerte, jamás es bien recibida. Nada nuevo podía remediarla a no ser un milagro que lamentablemente estos no suelen suceder, de haber sido posible, la dirección médica inclusive su equipo desde enfermeras, auxiliares, señoras de la limpieza, celadores, telefonistas, todos cuantos envuelven el Mateo Orfila, la segunda gran familia del señor Macián haguessin fet l'ullastre per el pater. Era tan querido, tan respetado, tan solicitado y bien recibido por ateos, creyentes… Efectivamente, él, con su sonrisa peremne te confortaba a la vez que transmitía, paz y serenidad con aquel, hija mía, que te quedabas contenta y feliz, un beso, una palmadita y hasta el próximo domingo, mientras te iba soltando la mano, que con tan solo verte cogía, como queriéndote transferir parte de su fuerza.

Pocas veces, debieron ser poquísimas, las que en todas las conversaciones, no saliera a florecer Gori, fueron íntimos, desde que era niño. Me había comentado que en ocasiones cuando era un chaval de pantalón corto, solía subir en época vacacional, al Hospital Militar acompañando a su padre que ejercía de escribiente en aquel lugar. Mientras el mío le dejaba bajar la estrecha y enfilada escalerilla que bajaba a la sala de máquinas

Añadiendo…Tu padre con mi abuelo fueron carn i ungla, con mi padre corda i poal. Toda una vida de amistad .En mi memoria infantil se encuentran cuando vivían en la calle del Comercio. Cuando se cambiaron a la de San Elias, Ses Vaques.

Infinidad de cosas se me van agolpando en mi memoria, son tantas, pero me quedo con los cursillos de Cristiandad en que el de la motora, llegó a casa renovado, no había para menos unos días de asueto, sin pensar en el trabajo, más que el compañerismo, la oración, los cantos, escuchar sabios consejos, tanto, que el hombre llego a casa, dando la sensación que venia de donar sa volta al món. Tras haber pasado una crisis de fe, del por qué Dios le había arrebatado a su joven esposa. El reverendo José Seguí, hijo de su querida y apreciada doña Emilia , Vicente Macián y Bartolomé Febrer, condujeron con un ambiente fraternal de amistad a la vez que de cristiandad, beneficiando a infinidad de hombres. Para el pater, fue una época preciosa, así lo recordaba, su manera de ser era ideal para aquel tipo de trabajo, de allí pasó a la Residencia, que junto a las religiosas franciscanas, lograron un buen trabajo.

A lo largo de mi recorrido por la vida, el padre Macián, siempre se ha encontrado muy cerca de esta servidora. Administrándole a mi padre la unción de los enfermos y los últimos auxilios. Al fallecer, fue de los primeros que llegó al domicilio familiar, desde que había sido intervenido, venía con mucha frecuencia.

Jamás olvidaré su gesto junto aquel que fue su amigo, rezamos familiares y amigos el rosario, lo que se llamaba resar sa corona, costumbre que lamentablemente se ha perdido y tan reconfortante resultaba, en unos momentos de tanto dolor.

Releo su escrito dominical, su última columna aparecida el domingo 27 de febrero, en el que nos hizo saber de su escasa movilidad, de su nueva situación reencontrando el gusto de pasear, su hora de caminata contemplando el patio de su nueva casa, el níspero, de un naranjo y finalizaba hablando de sus sobrinas, ses bessones a las que quiso como hijas, no en vano él y su hermana siempre estuvieron muy unidos y muy pendientes el uno del otro, de ahí que sus sobrinas lo cuidaran llegándolo a mimar juntamente con sus esposos, ambos se desvivían le hacían de taxista a la hora que fuese, mientras sus sobrinos nietos, le dieron tanto amor y buenos momentos.

Gracias, por todos sus consejos, por tenderme su mano en momentos muy cruciales. Por lanzarme el cabo de la fortaleza, para que subiera a bordo del barco que me conduciría a buen puerto. A la vez que le pido sepa perdonarme cuando yo no hice lo propio con usted, como podría ser aquel proyecto que intentó lanzar en nuestro diario, una página semanal que escribiríamos a medias, recordando antiguos comercios, relatando su actual ubicación.

No voy a decir más que en la despensa, reposa un frasco de figat, con una etiqueta que dice (para el señor Macián) el último lo dejé en la redacción, lo hacía de esta manera en cuenta gotas por petición propia…" Ya sabes, Margarita, me gusta mucho, pero no me conviene" a lo que le contesté… "Padre Macian, este año no es la misma mermelada de otros años, esta hecha, con poco azúcar, pensando en usted y en mis jóvenes amigos".

Mi más sentido pésame a sus familiares, al Señor Obispo, y a sus hermanos en Cristo, que donde se encuentre su nuevo domicilio, le sea acogedor, que sus paseos entre los frondosos árboles frutales, le llenen de placer disfrutando de aquel sol que le acompañaba en el patio de la casa sacerdotal. Esta servidora, le tendrá presente, y a la puesta del mismo, le ofreceré unas humildes oraciones y aquel hermoso canto que tantas veces coreamos con su amigo Gori… Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, el Rey de los Cielos…..