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Poco a poco la Isla va entrando en el mundo de las nuevas tecnologías. El Consell, el Ayuntamiento de Maó y las empresas del ramo han impulsado la creación de una zona wifi en el centro de la ciudad, iniciativa que permitirá a locales y visitantes conectarse a la red mientras dan un garbeo. No es mala cosa, salvo por el incremento de ondas que nos metemos entre pecho y espalda. Ya no viene de unas cuantas más. Se resuelve la demanda de información continua al mismo tiempo que se establece una herramienta para que el turista tenga a disposición información sobre la oferta de servicios y productos de que dispone su destino. La modernización de las comunicaciones es clave para que el turista se encuentre cómodo y quede satisfecho, y si además se le puede colar alguna publicidad vía telemática previo pago, mejor que mejor. Se agradece cualquier esfuerzo que sirva para que lo público se mueva a la misma velocidad, o casi, que lo privado. En su día festejamos una estación de autobuses cuando en algunas ciudades ya iban por la quinta línea de metro. Es solo un ejemplo, pero es frecuente que entre las necesidades reales y las soluciones oficiales medie un abismo. El tiempo de reacción debe reducirse y así se ha hecho. A riesgo de que por Sa Costa de sa Plaça nos atropelle un turista absorto en su iPhone.