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"Cada cual juega con las cartas que tiene en la mano. Estas han sido las mías, y así las he vivido". Charles Howard Walker, exsoldado profesional de la Fuerza Aérea Norteamericana, resume así su intensa vida, que aún hoy mantiene con energía gracias a que cumple su sueño por la arqueología en Sanitja. Con 74 años se licenció en Antropología y un año después tiene la mente llena de proyectos, según relataba ayer en una entrevista concedida a este diario. Tras una mirada profunda en la que se intuyen las cicatrices de batallas lejanas y enfermedades recientes, tiene claro el legado que quiere dejar a sus hijos y a los hijos de sus hijos, según sus propias palabras: "En esta vida nunca hay que rendirse. Cuando terminas de aprender es cuando empiezas a morir".

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A Charles Howard Walker le ha tocado jugar partidas muy duras y reconoce que las pesadillas no acaban de desaparecer. Parecidas a las que deben acumular los tres militares británicos que el viernes llegaron a la Isla cargados con heridas escritas en Afganistán, y que gracias al proyecto solidario Rest and Recover intentarán olvidar por unos días el infierno de una guerra a la que se llama misión de paz.

A lo largo del juego de la vida las cartas vienen como vienen, pero uno de los secretos es buscar el comodín de la baraja que nos ayude a resistir. Parece que Charles lo ha conseguido.