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Leonard Cohen cantaba con su voz grave y profunda "There is a war", que traducida decía:

"Hay una guerra entre ricos y pobres, una guerra entre el hombre y la mujer. Hay una guerra entre la izquierda y la derecha, una guerra entre el blanco y el negro, una guerra entre pares e impares"

Supongo que se refería a que resulta muy difícil librarse de esa realidad de enfrentamiento, antagonismo, lucha, impulso de destrucción y conflicto, que caracteriza a la condición humana de manera permanente a lo largo de la Historia. Cuando los intereses se vuelven irreconciliables y los acuerdos se tornan imposibles, comienzan de nuevo las hostilidades.

La guerra puede ser de muchos tipos. Desde una guerra civil a una guerra de cifras, guerra psicológica o guerra de las galaxias. Hubo una guerra fría, una guerra santa, una guerra sucia. La Humanidad está harta de ellas. Incluso las hay que pasan desapercibidas: como la guerra de precios, por poner un ejemplo.

Con la caída de las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001, empezó una guerra sin cuartel. La primera potencia mundial había sido atacada y herida en el corazón mismo de Manhattan. El símbolo de su poderío económico se derrumbó ante la mirada multiplicada hasta el infinito de los medios de comunicación. Empezamos a oír el nombre de Al Qaeda y el de Osama Bin Laden. Una organización terrorista en la sombra, que amenazaba la seguridad de Occidente; un líder que desafiaba a EEUU desde su inaccesible escondite.
Desde entonces, pasamos exhaustivos controles policiales antes de viajar en avión, se han producido atentados, que nos afectaron de lleno el 11 de marzo de 2004 en Madrid; cayó Sadam Husein en Irak; los talibanes en Afganistán (donde participan nuestras tropas), y ahora, se ha eliminado a Bin Laden, que residía en Pakistán desde hace unos años,…suma y sigue.

A veces nos parece, que si las guerras no salen por la tele, es que no existen. Pero la cruda realidad es otra. La gente se sigue matando, aunque haya dejado de ser noticia.

Anónimamente. Y hay guerras que se producen en la oscuridad, desactivando atentados o espiando enemigos. No se puede reducir a una historia de buenos y malos, como en las películas (en todo caso, los buenos seríamos nosotros). Hay personas de carne y hueso, que aman, comen y padecen. Con sus héroes y mártires, que dependen siempre del color del cristal con que se miran. Víctimas de intereses que, muchas veces, no son los suyos…
El viejo anhelo de acabar con todas las guerras. De vivir en paz. De respetar el quinto mandamiento…forma parte de nuestra manera de ser.

Pero mantener la paz, lleva tanto o más trabajo que la guerra.