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A ésta la llaman sociedad del bienestar. En este caso no se trata de un sinónimo de comodidad, sino de estar bien, incluso se puede aspirar a sentirse bien. La definición se plantea como modelo, un sistema para que los consumidores puedan cubrir sus expectativas y con ello impulsar la rueda de la economía. Y además, sin olvidar a los que menos tienen, especialmente a los que no tienen trabajo. Una persona me hace llegar una comunicación del INEM. Lleva 181 días en el paro y a partir de esta fecha se le reduce un 10 por ciento el importe de la prestación. Es la consecuencia del artículo 211.2 de la Ley General de la Seguridad Social. Le quedarán unos 800 euros al mes. La mitad para el alquiler, otro 15 por ciento para la luz, muy poco para comer.Ha sufrido desde el primer día del paro, por el esfuerzo baldío de encontrar empleo, pero ahora, con esa reducción del 10 por ciento siente una mayor desesperanza. No quería volver a las colas de las oficinas que comparten el INEM y el SOIB, donde le tiemblan las piernas. Siente la indignación tan extendida y no puede evitar enfadarse con el líder político que le habla con optimismo hipócrita. La comunicación del INEM no admite interpretaciones. Puede que el subsidio forme parte de la sociedad del bienestar. Alguien, en la cola del paro, le dice que quizás cuando encuentre empleo cobre lo mismo que del subsidio.