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Es una de las frases más escuchadas entre el personal de la administración menorquina -Consell y ayuntamientos- cuando se quedan sin respuesta ante alguna reclamación razonable de vecinos o entidades. El argumento lo utiliza hoy el conseller de ordenación del territorio para excusar el mal estado de los caminos de las calas vírgenes de la costa sur de Ciutadella, su mantenimiento corresponde al IBANAT, dice, y seguramente tiene razón, pero al usuario le importa un pepino la competencia, lo que quiere es que el camino esté en condiciones. Es imperdonable que el Consell, que tanto se ha reivindicado a sí mismo, no haya logrado todavía que, salvo la sanidad y la educación, que requieren una gestión autonómica de difícil descentralización, todo el resto de competencias se gestionen ya desde Menorca. Son razones que suenan a ineptitud, a pretextos con los que eludir una implicación en los problemas reales. El mismo conseller que firma decretos para la demolición de edificaciones en suelo rústico arguye que el estado de los caminos rurales corresponde a otro organismo. Las culpas al otro constituye un recurso de inocencia que ya no convence ni en la forma ni en el fondo. En ocasiones, si Palma no basta como escapatoria de la responsabilidad, siempre queda Madrid, que está más lejos y hay gente que manda mucho.