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Quienes tenemos costumbre de decir lo que pensamos y lo hacemos en medios de comunicación pública, buscamos un titular que "enganche", que invite al lector a tragarse el artículo y que al mismo tiempo (ahí está el mérito) sea veraz y fiel reflejo de una realidad palpable.

Hace unos días encontré en las páginas del "Menorca" uno de esos titulares. Conciso, escueto, pero lapidario como pocos. Decía así: "Hoteles llenos, comercios vacíos".

Describe fielmente una realidad irrefutable. Muchos clientes están llegando a Menorca, pero la inmensa mayoría se queda en los hoteles y playas, y eso se nota muy mucho en los diversos establecimientos comerciales de la isla.

De seguir así esta tendencia, las estadísticas de final de temporada serán engañosas. Es posible (aunque altamente improbable) que vengan más turistas que el año pasado, pero incuestionablemente el gasto per capita será mucho menor.

En parte debido al mayor número de turistas que se acogen al denostado "todo incluido" que hace que el cliente tenga en el hotel, sin coste en destino, lo que antes tenía que pagar en locales de la oferta complementaria, como bares y restaurantes.

El alquiler del coche también se ha resentido, ya que el cliente se queda en la zona escogida, junto a la piscina del hotel o playa, y no se molesta en recorrer la isla (con las naturales excepciones).

El fenómeno del "todo incluido" no es el único motivo al que culpar del descenso de la facturación de los comercios y establecimientos que directamente se benefician del gasto turístico. Se ha dicho por activa y por pasiva que hemos estado abusando del turista aplicando unos precios prohibitivos (de esos polvos vienen esos lodos). El aumento en el precio de comidas y bebidas iba en proporción inversa al número de visitantes. A menos visitantes, cobrábamos más para obtener los mismos beneficios. Y de tanto tirar de la cuerda, esta se ha roto.

El "todo incluido" nos ha cogido con la guardia baja. A la empresa privada y a los responsables políticos de turismo. Es una realidad que tenemos que tragar.

En un mundo cambiante vimos como lo hoteles tradicionales, tuvieron la competencia de los apartamento. Estos en principio costaban menos, pero obligaban al cliente a cocinar, o comer fuera, lo que hizo crecer como hongos los bares, restaurantes, supermercados, pizzerías, etc., en las zonas turísticas cercanas a esos complejos. El cliente hizo números y vio que en lugar de ahorrar, gastaba más, y encima se tenía que hacer la cama, fregar el suelo del apartamento, limpiar el WC y hasta cocinar alguna que otra vez, con la siguiente limpieza de utensilios. A eso le llamaban "vacaciones". Se ha cansado, y vuelto a las vacaciones de hotel donde se lo dan todo hecho. Una tercera vía, para quienes pueden pagárselo (cada vez menos), son los chalets unifamiliares con piscina, y el disfrutar de la privacidad, en lugar de ir al bulto.

Una vez más se demostró que la realidad turística cambiante adelantó a la lenta burocracia del Consell, que tardó un decenio en regularizar administrativamente las viviendas turísticas vacacionales. ¡Claro que era doña Joana Barceló quien tocaba ese tema, y así no iba!

Para más INRI, estos últimos años, la experiencia del "todo incluido" se ha instalado por estos lares y no tenemos respuesta, por lo que las perspectivas para la oferta complementaria no son nada positivas. Incluso para comercios que no venden comida ni bebida, ya que al salir menos, las compras se reducen.

En este pasado mes de mayo, y lo que llevamos de junio, un 70 y pico por ciento de establecimientos admiten haber descendido sensiblemente de facturación con respecto a la misma época del año pasado. Y eso que ha hecho mal tiempo, que hace que el cliente salga del hotel y se dedique a visitar tiendas y lugares. Fíjense que he dicho visitar tiendas, no comprar. La crisis es otro elemento que condiciona el gasto por visitante. Se hacen vacaciones, pero se gasta menos.

Ante la campaña electoral. Pons, Criado y sus muchachos nos tomaron el pelo asegurando que la temporada sería mejor que la pasada. La realidad les ha desmentido. Es peor, mucho peor.

Por eso enhorabuena al que lo dijo alto y claro: Hoteles llenos, comercios vacíos.
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P.S. Menuda papeleta la del nuevo Presidente del CIMe: nada menos que cumplir con una promesa electoral: Prometió una temporada de nueve meses!!!!!! (¿qué había bebido ese día?). Ya se lo recordaremos.

P.S. Lo único que no está incluido es el buen tiempo!