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Es una cuestión de actitud. La situación puede ser la misma, pero nuestra actitud ante ella puede cambiarlo todo.

En tiempos difíciles de penuria o desconcierto, de indignación o incertidumbre, los psicólogos hablan de "proactividad" (lo que antes se llamaba: tomar la iniciativa). Es diferente, hacer que las cosas sucedan, a confiar en que sucedan. Lo contrario de proactividad, sería la actitud "reactiva": esperar que pase algo que nos empuje o que los demás nos saquen las castañas del fuego. La postura de aquellos que se sienten condicionados por todo, con un determinismo pesimista y asfixiante. A verlas venir…

Pero cada uno es responsable de sus actos. He ahí la libertad. Nuestra actitud se refleja en el lenguaje: "No puedo hacer nada", "es imposible", "yo soy así", "la culpa es de"…pero también hay quien dice: "Veamos qué puedo hacer", "busquemos una solución", "lo intentaré", "hay que hacer algo", "debo mejorar en"…

Cada vez hay más ciudadanos hartos de la pasividad, del no hacer nada, de dejarse llevar, de ser conformistas o seguir paralizados. Todo esto se está acabando, como la paciencia, que suele tener un límite. El 15-M puede ser un síntoma. No es raro que haya tenido tanto éxito el librito ese que nos conminaba a indignarnos. Después de todo, no somos borregos ni autómatas que se dejen programar por los que se benefician de la indolencia ajena.
No te preocupes, que si tú no sabes lo que quieres, otros lo sabrán por ti.

A veces oímos hablar de la iniciativa privada. Aunque sea cómodo dejarse llevar sin estresarse, las cosas no mejoran por si solas. Sería bonita una "ley del perfeccionamiento universal": todo tiende a mejorar si no se hace nada para evitarlo. Pero la realidad suele ser la contraria: todo empeora si no se pone remedio. La iniciativa también puede ser pública. Es una cuestión de personas, aunque estas necesiten organizarse.

Y ahí está el meollo del asunto. El déficit organizativo y participativo que arrastramos desde hace tiempo. Somos más dados a enfrentarnos unos contra otros, a criticarnos, sabotearnos y llevar el agua a nuestro molino, que a llegar a consensos, colaboración y políticas de Estado. Así las fuerzas se pierden, se diluyen, se malgastan. Cada uno va a lo suyo, destruye lo que hace el otro y acabamos todos desmoralizados.

La pasividad es el enemigo a batir. Actividad rima con vitalidad. Y con solidaridad. Tus problemas también son los míos. Como dicen en Liverpool: "You'll Never Walk Alone".

Si el león no corre, no caza y morirá de hambre. Si la gacela no corre, no sobrevive al ataque del león. Seas león o gacela, no te quedes ahí parado, esperando, y muévete.