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Los congresos eucarísticos internacionales han constituido, desde el siglo XIX hasta el presente unos acontecimientos muy importantes para la manifestación pública de la fe cristiana. El primero se celebró en Lille (Francia), año 1881. El próximo, que será quincuagésimo, tendrá Lugar en Dublín (Irlanda) el próximo año 2012, del 10 al 17 de junio. Todos estos congresos han sido claras manifestaciones de la catolicidad de la Iglesia. En ellos han participado cristianos de multitud de países y junto con los actos de culto se han realizado asambleas de estudio y de divulgación de la doctrina eucarística.
En España se han celebrado tres: el de Madrid en 1911, el de Barcelona en 1952 y el de Sevilla en 1993 con la presencia en su clausura del beato Juan Pablo II. A finales de este mes de junio se celebrarán en Madrid unos actos religiosos conmemorativos al recurrir el centenario de dicho evento de 1911.

El Congreso Eucarístico de Madrid tuvo singular repercusión en muchos países que enviaron sus representantes a quienes impresionó la riqueza de la tradición eucarística tan enraizada en el suelo español. Una de las expresiones populares que impresionó a los extranjeros fue la profusión de alfombras de flores, traídas de toda España, que para la procesión final adornaron el suelo de muchas calles de Madrid. La familia real presenció desde el balcón del Palacio, con velas encendidas en sus manos, el paso de la procesión final por la plaza de Oriente.
En nombre del monarca, el P. Postius, que fue unos de los más destacados promotores de las celebraciones, leyó el acto de consagración en el que se decía: «Soberano Señor, vivo y presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía: Rey de reyes y Señor de los gobernantes: ante vuestro augusto trono de gracia y de misericordia se prosterna España entera, vuestra hija muy amada. Somos vuestro pueblo. Que vuestro imperio dure siempre por los siglos de los siglos. Amén».

El papa san Pío X nombró como legado pontificio al primado de España y arzobispo de Toledo, el cardenal Gregorio Aguirre, al cual el rey quiso hospedar en su palacio. En la organización y manifestaciones religiosas y culturales destacaron personas muy prestigiosas como la Infanta Dª. Isabel de Borbón, muy apreciada por el pueblo español, y entre otros muchos, D. Marcelino Menéndez y Pelayo, quien figuraba como presidente de la Sección de Letras.
El acto inaugural se celebró en la espléndida iglesia de San Francisco el Grande. Asistieron al congreso un centenar de obispo y unos ocho mil sacerdotes venidos de todo el mundo. La multitud de fieles desbordaba los templos y las calles. Tuvo un gran protagonismo la Adoración Nocturna Española, asociación muy popular y extendida por toda la nación, y que a modo de remate del congreso celebró una impresionante vigilia en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

El himno oficial del evento es el famoso cántico que tan popular se ha hecho en toda España y que se inicia con las palabras «Cantemos al Amor de los amores», que tan hondos sentimientos suscita en muchas personas que viven la espiritualidad eucarística, como es el caso del mártir beato Ceferino Jiménez Malla, de etnia gitana, el cual, según afirman testigos oculares, derramaba lágrimas de devoción al cantarse las palabras «Dios está aquí, venid adoradores y adoremos a Cristo Redentor». El autor de la letra de este himno fue el agustino P. Restituto del Valle, buen escritor y poeta, el cual residió durante algunos años en Mallorca y tradujo al castellano el famoso poema El pi de Formentor de Costa i Llobera.

El Congreso Eucarístico internacional en cierta manera constituyó una reacción de la religiosidad en España, después de ciertos brotes de violencia e impiedad, como la llamada «Semana Trágica» de Barcelona en 1909. El Sumo Pontífice san Pío X refiriéndose al Congreso, el 10 de julio se expresaba así: «Parece que la España católica se propuso demostrar, teniendo por testigos a preclaros varones procedentes de todo el mundo, que en el amor a Jesucristo y en el culto de su religión, que toda se ordena a la Eucaristía, a nadie cede el primer lugar…».

Como es lógico el Congreso tuvo repercusión en todas las diócesis españolas. En cuanto a Menorca, sabemos que asistió el Sr. Obispo Juan Torres y Ribas; además asistieron los sacerdotes de Mahón Juan Mercadal Sans, párroco de San Francisco, Gabriel Coll Mancas, regente del Carmen, y Bartolomé Sintes Esbert, beneficiado de Santa María, junto con cuatro seminaristas de la diócesis.

El centenario de este hecho memorable del 22º Congreso Eucarístico Internacional podemos relacionarlo con la próxima celebración de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud), en la cual se hará presente S.S. Benedicto XVI. No cabe duda de que el misterio de la Eucaristía significará el mayor estimulo de fe en esta jornada mundial de carácter juvenil, que sin duda ha de despertar una gran esperanza.