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Los graves problemas económicos pronostican una consecuencia muy grave. Cada vez son más las personas y familias que se encuentran en situación de pobreza y de exclusión social. Así lo ratifican los informes de Caritas, que ayer presentó su memoria anual de 2010, en que 300.000 personas solicitaron su ayuda por primera vez. Si tiempo atrás se hablaba de los nuevos ricos, aquellos que habían saltado de la clase media al lujo, ahora se trata de los nuevos pobres, los que forman parte de familias en las que nadie tiene un empleo y que buscan con desespero la forma de cubrir sus necesidades básica. Existe el temor a que su exclusión económica se consolide como un problema estructural y no temporal. Además, hay una bolsa importante de pobreza oculta, la que no se manifiesta por vergüenza y que acude a centros lejanos de Caritas para preservar su anonimato, o que sufre su marginación en soledad. La memoria del año pasado también indica que las administraciones públicas tienen muy poca capacidad de reacción y no solo por su debilidad económica, sino por su burocracia. Pasan 132 días hasta que una familia consigue percibir una renta mínima. Hay que ser también eficaces en la lucha contra la marginación.