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En la tertulia del African Bar se reúne cada viernes un grupo de amigos, el Café Party, de estrambótica y desconcertante ideología. Provienen de diferentes clases sociales, variadas profesiones, caras distintas y variopintas, así como opiniones para todos los gustos, aunque alguna vez suelen coincidir en algo sin proponérselo.

Son conservadores, en lo de conservar su puesto de trabajo, la tranquilidad de la isla y la virginidad de las playas, así como las obras de arte que se guardan en los museos; en cambio, son progresistas en lo de mirar hacia delante, luchar contra injusticias clamorosas o en su afición a renovar lo más caduco, negativo e inservible que encuentran a su paso.

Resulta difícil definirlos. Ni ellos mismos se aclaran. Por ejemplo: - ¿De derechas o de izquierdas? – Derecha. - ¿Cuál? ¿Tu derecha o mi derecha?... – ¡Yo soy zurdo de toda la vida!…- Pues yo tengo lateralidad cruzada…Las cosas ya no están tan claras como antiguamente. Casi nadie quiere ir vestido de "etiqueta". Se les conoce solo por sus obras.
Viendo pasar a la gente, pululando por la calle comercial ajena a clasificaciones, su respiración queda en suspenso durante el breve lapso de tiempo en el que ven pasar a una mujer deslumbrante (la belleza es superior a sus fuerzas); pero como no son machistas, no hacen comentarios ni se alteran lo más mínimo. Cuando la sangre les vuelve a llegar a la cabeza, la conversación sigue su curso, aún más alegre y despreocupada que antes.
¿Habéis leído lo de la cárcel? Los delincuentes menorquines no tendrán que añadir el destierro a la privación de libertad…

Estaría bien hacer la jornada de puertas abiertas antes de que haya reclusos…

Uno de ellos, el matemático, cuenta extrañas historias: - Era un ángulo muy recto y se enrolló con la curva de la felicidad, hasta que apareció el círculo vicioso: un cateto que destrozó sus vidas paralelas. Aquel triángulo, hizo que al hablar sobre el tema, la conversación se fuese pronto por la tangente…- la mayoría no entiende ni papa de lo que dice, ya que utiliza un vocabulario técnico, excesivamente especializado.

Santiago, que es científico, se dedica a investigar la influencia del individuo sobre la sociedad. En cambio, Jordi, que también es científico, investiga la influencia de la sociedad sobre el individuo. Sus discusiones son muy amenas y entretenidas.
Hay comerciantes que intentan revitalizar la calle, añadiendo música en vivo, nuevas terrazas, pidiendo zonas peatonales y aparcamientos accesibles. - Para recoger, primero hay que sembrar – afirman convencidos – hagamos una ciudad agradable y cosmopolita.
El pequeño empresario (apenas mide 1'65 m.) tiene la mirada aguda del que se pasa el tiempo imaginando negocios con futuro. Todos admiran su empuje y valentía.
Se acerca Matías, el camarero. Les dice que su amigo Francesc, el político, que es muy despistado, se ha vuelto a marchar sin pagar la consumición.