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El Cuerno de África y en especial Somalia se convertían hace unas semanas en noticia en las portadas de los principales diarios de todo el mundo. Y no por nada bueno, claro. Decenas de miles de personas han muerto de hambre en esta zona en los últimos meses y muchos más van camino de caer en la misma desgracia. En estos lares, aunque andamos preocupados por la prima de riesgo, la deuda y los rescates a uno y a otro, aparcamos por un momento la insensibilidad y la indiferencia y dejamos que la mala conciencia se apodere de nosotros. Acto seguido se convocan conferencias para atajar el problema y se prometen donaciones millonarias, acabamos con la emergencia y tenemos ego para dar y regalar durante unos días. Es evidente que hay que acudir a la llamada de auxilio de Somalia pero hay que tener presente que es un parche, no una solución. Si ricas empresas petroleras continúan explotando suelo africano para satisfacer la demanda occidental sin dejar apenas beneficio a la economía autóctona, si los precios de los alimentos continúan escalando sin control alguno, si redes de Al Qaeda siguen campando a sus anchas impidiendo la entrada de suministros, si únicamente Occidente mira al continente pobre desde un arrebato de mala conciencia, si todo esto no cambia, dentro de unas semanas Somalia o cualquier país vecino volverá a donde está hoy, al borde del abismo.