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¿"En el fondo del mar materil.le, ril.le ron?" No se si se habrán fijado ustedes, pero este año se leen menos noticias sobre alarmas de medusas en nuestras costas. Yo no sé si es que hay menos, que nos hemos vuelto más sufridores o que para qué quejarse si eso son migajas con la que está cayendo. Salvo aislados casos de pieles con los tatuajes producidos por sus tentáculos (que bien dibujan las puñeteras), poco más ha trascendido a la opinión pública. Me decía un malévolo amigo pero sabio, que muy probablemente es que nos rechazan. Sí, como lo leen, las medusas pueden llegar a rechazarnos y no nosotros a ellas que sería lo normal y no me extraña, porque entre los embadurnes de aceites oliendo a coco, otras marranadas que me callo y que el baño playero es para muchos su primera ducha del día, las orillas de nuestras playas cantan, desafinadamente, pero cantan. También cabría la posibilidad de que una gran mayoría de bañistas tenga la piel tan curtida entre hipotecas, paro, deudas e incertidumbres, que caer entre los brazos de una medusa sea incluso un placer indescriptible, ya saben que hay amores que marcan para siempre, pero ni con esas ¡Clotellada a las sutiles alergias!