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No es una carta a los Reyes Magos…o sí. Aunque también, mira que yo ir a pedirle cosas a quien puede ser presidente del gobierno, pero que aún está por ver que lo sea, puede ser de tan poco provecho como andar pidiéndole peras al olmo, y usted perdone señor Rajoy.

Esta mañana, nada más dar la del alba, me he propuesto más que pedir, insinuarle cuatro cosas a un presidente que, por las exigencias de las fechas, está aún nonato. Me he dicho a mí mismo: ¡Pepe, date prisa, no te coja la presidencia de don Mariano "con calzones por poner"! Porque esa es otra, no sabe señor Rajoy la de "amigos" que le saldrán nada más poner, si es que pone, el pie en la zona monclovita.

Señor Rajoy, no se deje usted "atusar las barbas" por la lisonja gratuita. Recuérdese que con algunos amigos no ha menester tener enemigos.

No olvide que es el nuestro un país que un día le ponemos peana y limosna al santo para al día siguiente llevarnos por delante el santo, la peana y la limosna.

Señor Rajoy, si le digo esto es porque usted y yo sabemos que buena parte de los que ahora le pueden llevar a la Moncloa, serán los mismos que cuando menos lo espere, y quizá cuando usted menos se lo merezca, le sacarán de allí a cajas destempladas.

Aplíquese aquella sabia profilaxis que tenían los romanos para cuando, victoriosos de sus batallas, césares y generales desfilaban por la principal avenida de Roma, con la testa orlada de laurel y el alma de vanidad, honores, oropeles y lisonjas. Un esclavo iba detrás diciéndole al homenajeado continuamente: "Recuerda que sólo eres un hombre". Aléjese como de la peste de la prepotencia.

Déjeme que le formule un ruego y aquí se lo pido por lo que más quiera, no haga la vista gorda, no mire para otro lado, no cobije bajo la opacidad putrefacta del poder mal ejercido a ningún corrupto. Sea en esto extremadamente beligerante. Creo estar cierto al decirle que eso será lo que más le agradezca el pueblo.

Usted y yo, señor Rajoy, sabemos que no hay mortal por mucho que se lo curre, que llegue a presidente del gobierno sin haber dejado por el camino cadáveres políticos y sin tener agradecimientos por satisfacer. Ya sé que su persona no es en eso correligionaria de aquellos otros que les gusta que les regalen trajes más que a un tonto una tiza, porque usted, como buen gallego, sabe que "el que regala bien vende si el que lo recibe lo entiende". Por otra parte, eso de los regalos no es más que una fórmula sibilina que en el fondo hipoteca decisiones donde se peca por tomarlas o por no tomarlas.

Señor Rajoy, no debería usted permitir en estos momentos que un tal Esteban González Pons, tan propenso a ejercer en estado puro, diga en los más duros y acaso dramáticos momentos de la crisis del euro en Europa, que hay que adelantar las elecciones que ya han sido adelantadas. Esas prisas en estos momentos, hacen mezquino al peticionario y mezquina y ruin la petición, pues si no se ayuda, por lo menos téngase la dignidad de no meter en estos momentos más palos en la rueda. Por otro lado, supongo que los socialistas saben que lo más probable sea que las próximas elecciones las gane el PP. Por eso incluso quizás les convendría no poner más clavos en su propio ataúd y adelantar al máximo las elecciones para que el PP tenga también que tomar decisiones dolorosas y que alejan al votante del gobierno que las toma.

Por último, señor Rajoy, en estos cuatro meses que presumiblemente le quedan de ser el jefe de la oposición, no cometa errores evitables, no vaya a ser que después de esperar ocho años para ganar sus primeras elecciones generales, vaya a tener dificultades en los últimos instantes por la locuacidad innecesaria y por las prisas mal entendidas.