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Las jornadas violentas de estos últimos meses son preocupantes. El mundo anda a la greña y los móviles, que quien los inventó lo hizo con toda seguridad pensando en estrechar relaciones y que la humanidad pudiera disminuir distancias, parece como si se hubieran convertido, sus mensajes, en armas arrojadizas de unos contra otros. Todos reconocemos que estos últimos movimientos tienen una base de justas reivindicaciones y no alcanzar las metas indigna a muchos. Pero otra cosa muy diferente son esas minorías agresivas y alejadas de toda lógica y cuya misión no es otra que el destrozo de todo aquello que se mantenga más o menos en pie. No sé si se habrán fijado ustedes, pero esas minorías, sus apariencias, sus tácticas y sus indumentarias para no ser reconocidos se repiten en todas las calles y ciudades, da la sensación de que son los mismos, como si fueran magos capaces de transportarse a través del túnel del tiempo de ciudad en ciudad. Menos mal que, los que van de legales, saben que eso no les beneficia y se oponen a la violencia que a nada conduce. Estoy seguro que a todos nos gustaría ver como las comunicaciones por móvil, las redes sociales, se llenan también de vez en cuando de llamadas en favor de erradicar el hambre y llenar plazas y calles de todas las ciudades del mundo en contra de esta otra injusticia, aportando cada uno un eurito de nada y por la que, millones de seres humanos se sienten totalmente indignados. ¡Clotellada a extrañas acciones unilaterales!