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En esto de opinar suele haber tres clases de personas: las que se mojan, las que nadan y guardan la ropa para que las quieran y las que no se dan cuenta de qué va la película. "La rica variedad de los hombres y las tierras de España" que dijera el General.
Que cada cual corte por donde quiera.

Sentado en el muelle de la bahía a lo Otis Redding, contemplo a una familia de yate grande. El pijo junior tiene una suerte de cabreo (por alguna nonsense, I presume) y su padre comenta: "está indignado". Por lo visto la dichosa palabrita está haciendo fortuna, incluso, entre las clases pudientes.

Después, tomando un mojito en terraza ajena a precio de turista ( o sea: caro), oigo que alguien les pregunta a otros del mismo jaez, que acababan de levantarse de la mesa: ¿está ocupada? "No, –contesta el paterfamilias– acabamos de liberarla". Se ve que están acostumbrados a manumitir esclavos.

Luego, uno de ellos se dio cuenta que había perdido las gafas y preguntando al camarero por las mismas le dijo: "no creo que se las haya llevado nadie, son ópticas" (ópticas, no graduadas, eso es cosa de plebeyos).
Perlas cultivadas del verano. Aunque hay otras cosas más trascendentales (ahora las llaman trascendentes) que nos van a ocupar todo el año. Además, dos incisos son demasiados, así que me pongo a trabajar.

A ciertos sectores políticos, económicos y sociales, que todos sabemos cuáles son, se les llena la boca considerando necesaria "la reforma del mercado laboral" y nadie les corre a gorrazos, como si dicha reforma significara que todos nos vamos a apretar el cinturón.
Todos-todos.

Sin embargo leyendo la letra pequeña (¡ay la letra pequeña cuantos disgustos a proporcionado al personal!) dicha reforma únicamente significa poco menos que el despido libre y convertir a los trabajadores en semi-esclavos al estilo chino.
Por cierto, cada día hay más yates de lujo con lucecitas en el puerto de Mahón (Jóooose, que te desvíiiiias).

En síntesis: se preconizan los recortes sociales como algo inevitable para salir de la crisis; como la única manera. Sin embargo, en mi opinión, esta salida no es única sino unívoca y hay otras opciones pero estas no se contemplan. Con voluntad habría para todos, es cuestión de reparto.

En realidad esos recortes los pide sobre todo la Merckel, (que, como la Gaceta, "está encantada de ser de derechas)" asegurando, con la falta de rubor que da el poder que le prestan sus banqueros, "que la Europa social no se sostiene" (no es sostenible dicen ahora). Esos recortes pedidos (¡qué digo pedidos, exigidos!) por la alemana oronda, provienen de la victoria del capital (que posee la propiedad de los medios e instrumentos de la producción y el poder que ello conlleva) sobre el trabajo en un combate que se ha librado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, hasta hoy, tras la cerrazón política del imperialismo comunista y el revisionismo en clave liberal de sindicatos y partidos de izquierda democráticos; una izquierda política y socialmente desarbolada por un autoconsumismo adormecedor. Resultado: hoy día se somete al trabajador a una presión en su puesto de trabajo (mucho más allá, incluso, del nine to five) que no es capaz de contener ningún sindicato enfrascado como está "en sus cosas".

Y tras la victoria del capital (léase globalización) una nueva vuelta de tuerca; una crisis que se me ocurre provocada por los que no la sufren para que la sufran los que no la han provocado.

...Y se sometan.

Y después agencias de calificación al ataque. Puntilla y descabello.

En realidad la situación ha llegado a un extremo en que no hay más camino que el que marcan los poderes fácticos, cuando la solución debería ser una Economía Social de Mercado que ya no es factible.

Es cierto también –aunque no entienda de economía no soy idiota– que el envejecimiento de la población agrava el problema del gasto estatal en términos de asistencia social y que el Estado del Bienestar no se sostiene (ya saben: la palabrita de moda: "no es sostenible"). Pero lo cierto es que no se sostiene porque los que tienen el poder (mundial) no quieren, ni que se sostenga ni repartir y además pretenden obtener beneficios adicionales con las privatizaciones. El corolario está claro: recortes sociales. Quien tiene el Poder dicta el discurso y la norma.

Insisto: podría haber alternativa sería una cuestión de reparto, pero no les da la gana.

¿Y los indignados? Cargados de razón sí, pero perdidos en el desierto, me recuerdan un poco a las fiestas de San Juan: primer toc, replec, "as pla falta gent" y jaleo.

¡Ah! y no se pierdan esta semana el artículo de Reverte en "el Semanal". No tiene desperdicio.

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terronponce@telefonica.net
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