Warren Buffet, comprometido filántropo y hombre desorbitadamente rico –valga la eventual incoherencia- escribió, semanas atrás, una carta titulada "Dejad de mimar a los ricos". En dicha carta, publicada en el "New York Times", Warren quiso dejar un recado al gobierno de EEUU: pedía que arreglaran el absurdo y vigente sistema fiscal en el que los ricos acaban pagando proporcionalmente menos que el resto de trabajadores, según se dispuso a comprobar él mismo: "Lo que pagué fue sólo un 17,4% de mis ingresos gravables, y ese es un porcentaje realmente más bajo del que pagó cualquiera de las otras 20 personas en nuestro despacho. Su carga fiscal varió del 33% al 41% y de media fue del 36%". –sentenció-. Sin embargo Warren Buffet por ser extraordinariamente rico no es un rico cualquiera, y teniendo en cuenta además su faceta filantrópica -aunque aplazada-, y por lo tanto el presunto destino de su riqueza cuando muera (que según adelantó el propio Buffet iría a parar en un 99% a fines humanitarios) no resultó demasiado extraño el discurso de su escrito, por lo que nadie ha visto, ni ha querido ver en sus palabras, intereses ocultos, ni una cínica o enrevesada estrategia para conservar su riqueza o aumentar privilegios.
Un salmón en Leteo
El óbolo de los ricos
08/09/11 0:00
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