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Tenemos un octubre al rojo vivo. La cosa está que arde por los cuatro costados. Ahora que habíamos aprendido a nadar en un vaso de agua y a guardar la ropa para evitar sorpresas desagradables, resulta que van los mercados y nos consideran poco fiables. Porque en estos momentos de incertidumbre global, cualquier rumor nos inquieta y la más mínima tensión nos exaspera. ¿Se salvará, por fin, Europa, con nosotros dentro? ¿Habrá reacción en cadena tras la debacle griega o estamos asistiendo a una compleja voladura controlada, que conseguirá restablecer el orden? Destrucción de empleo por falta de crédito, por exceso de endeudamiento, por dificultades de crecimiento... ¿Hasta cuándo tanta penuria?

En el horizonte, el 20-N de las próximas elecciones. La gente quiere que se restablezca la confianza. Pero las mentiras o las medias verdades no suelen ayudar mucho, desde luego. Urge tomar decisiones valientes y eficaces. Es preferible cortar pronto por lo sano, sin dejar que la infección se extienda de forma irreversible. Hay que hablar claro…una campaña electoral sería una buena oportunidad para hacerlo. Pero la realidad es otra: se suele decir lo que conviene, lo que da más votos, lo que se quiere oír y creer… no será la primera vez que se sustituye la reflexión por el eslogan o se regala el pan para hoy y se deja el hambre para mañana.

Antes, cuando una familia estaba en números rojos, sus miembros sabían que les tocaba "apretarse el cinturón" y punto. Ahora nos cuesta horrores apretarlo porque habíamos engordado demasiado, sin darnos cuenta. Las administraciones, las empresas, la gente de la calle: todo son dietas de adelgazamiento que deberían eliminar la grasa sobrante sin dejarnos en los huesos, con síntomas de inanición.

Ahora también están en números rojos: el banco, el Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma, el Estado en solitario o los Estados Unidos… si, ya sabemos que mal de muchos, consuelo de tontos, egoístas, brokers… pero no nos hace ninguna gracia esta repentina falta de liquidez.

En la película "La caza del Octubre Rojo" (1990), Sean Connery hace de ruso bueno que lleva un submarino nuclear soviético de última generación hasta los EEUU, con el loable propósito de evitar males mayores. Todavía estaba en su apogeo el sueño americano. Como el sueño europeo de algunos (Trichet) que reclama un Ministerio de Economía capaz de afrontar la situación que se ha creado, ante la imposibilidad de cada uno de los países por su lado, para maniobrar en solitario.

El rojo, es uno de los colores primarios (también están el azul y el verde). El mundo ya no puede volver al blanco y negro. Un color muy llamativo sexualmente, asociado a antiguas revoluciones. Es curioso que en las bolsas occidentales, rojo signifique una bajada del precio de las acciones, mientras que en las bolsas de Asia oriental, indica lo contrario.

Más que nunca necesitamos propuestas claras, honradas, transparentes sobre la hoja de ruta que queremos y nos conviene seguir. Los sacrificios deben servir para algo. Démosles un sentido, por lo menos. Los espartanos no preguntaban cuántos eran los enemigos, sino dónde estaban.