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Steve Jobs dijo una vez, en una conferencia, que si te tomas cada día como si fuese el último, alguna vez acabarás teniendo razón. Tardó unos años en acertar, pero sabía que su cáncer podía llegar a reproducírsele. Era, en ese momento, uno de los hombres con más influencia y recursos del planeta. Su enfermedad le ayudó a experimentar, la dimensión y el valor auténtico de las cosas.

Sus visionarios productos son un legado que lleva impresa la huella de la genialidad. La creatividad (esa bonita palabra) sigue siendo una de nuestras asignaturas pendientes. La tendremos que aprobar si no queremos repetir el curso, una y otra vez. Sin ella, nuestros problemas parecerán irresolubles y nuestras soluciones desfasadas u obsoletas. Mientras el mundo cambia a ritmo de rock, nosotros seguiremos bailando un vals.

La aparición de Apple o Píxar, imposible de imaginar cuando Steve era un anónimo y mediocre estudiante, nos enseña que la capacidad de invención no conoce límites si tenemos la mente abierta y una pasión orientada hacia el viejo afán por mejorar las cosas.
Aunque no todo lo que cambia sea siempre a mejor, ni todo lo que permanece sea bueno por naturaleza.

Hace algunos años, un grupo de amigos salieron con su barca de Cala Mesquida. Su idea era circunnavegar la isla. Lo que se dice: "fer sa volta a s'illa". Un inesperado cambio de tiempo, les obligó a refugiarse en Ses Fontanelles, cerca de La Vall. Allí, se encontraron con hombres que habitaban en cuevas y barracas junto al mar. La experiencia fue inolvidable. Comieron, bebieron. No les pidieron nada a cambio. Aquella gente seguía una antigua tradición "d'anar a vega" con el consentimiento de los propietarios del lugar para poder llegar hasta allí por un sendero de tierra.

Al despedirse, y aún bajo los efectos de las embriagadoras bebidas y los cánticos, uno de los que estaban de paso (bueno, en realidad todos estaban de paso), se animó a declamar unas improvisadas "gloses" en señal de agradecimiento. Decían así:

"Min Morena i companyia,
senyors de Ses Fontanelles:
de nit hem vist ses estrelles…
i el cel, quan s'ha fet de dia.
Sa vostra hospitalitat,
entre beure i quatre bromes,
fa passar bones estones
i fa créixer s'amistat.
Hem de partir. La mar espera...
i Maó, un poc més enfora.
Aquesta pau ja s'enyora…
Que no sigui sa darrera!"

Tras un emocionado abrazo, brindaron todos y el inquieto mar, recobró la calma de nuevo.