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Corría el año 1854 cuando Antonio Meucci, un inventor italiano que emigró a Nueva York, instaló en su casa de Staten Island una rudimentaria línea para comunicar su dormitorio, ubicado en el segundo piso, y el laboratorio que tenía en la vivienda. Su esposa padecía una artritis que la tenía inmovilizada y así el matrimonio se comunicaba con un extraño artefacto al que llamó "teletrófono". Como la cosa funcionaba, lo presentó en sociedad en 1860 pero al carecer de recursos no pudo patentarlo, cosa que sí hizo en 1876 Alexander Graham Bell quien, junto Elisha Gray, fueron considerados los padres del teléfono. No fue hasta 2002 (ya había llovido) cuando el mismísimo Congreso de los Estados Unidos reconoció oficialmente el trabajo realizado por Meucci para el desarrollo del teléfono.

¿A qué viene esta historia wikipediana de abuelo cebolleta? Pues a que los "nietos" de ese teletrófono son hoy uno de los iconos tecnológicos del siglo XXI. Que pensaría Meucci si pudiera ver al río de gente que va por la calle hablando con un celular. Por cierto, que hace poco se han cumplido 38 años de la primera llamada desde un teléfono móvil. Fue un 3 de abril de 1973 cuando Martin Cooper, un empleado de Motorola, cogió su prototipo (parecido a un zapatofono) y llamó desde la calle al despacho de su principal rival en el mercado. Vamos, una chulería.

Volvamos a la telefonía móvil y lo que significa en nuestras vidas. Los hay para todos los gustos y múltiples aplicaciones que tienen a mucha gente enganchada. De hecho, ya se estudia como una adicción. Quedarse sin batería, perderlo o salir de casa sin él puede convertirse en una tragedia. Y aquí llegamos al drama de la semana. El pasado martes, los usuarios de las BlackBerry (Obama dijo que no podría vivir sin este smartphone) comenzaron a sentir que el suelo se hundía bajo sus pies. Diversas incidencias lo habían reducido prácticamente a un teletrófono. La cosa duró tres días, pero la credibilidad del producto estrella de la compañía canadiense Research in Motion se tambaleó.

Lo que ha ocurrido con las BlackBerry nos ha de hacer reflexionar sobre la verdadera importancia de las cosas. Ahora estamos en éstas, pero vivimos tan tranquilos sin necesitar y saber cuál será el próximo aparato que nos sorprenderá en el futuro. Llegará y entonces nos preguntaremos ¿cómo hemos podido vivir sin él?