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Estamos en otoño, época de caídas. Parece que este año, aparte de caer las hojas de los árboles, y a la espera de que también "tombe la neige" como cantaba Adamo, también van a caer más cosas. Entre ellas el Gobierno y, "peut-être" y aquí en Menorca, y por decisión de los ciudadanos que así lo votaron, también caerán muchas de las causas que han sido motivo "¡Ay, de tanto desespero" (recordemos "La escoba", Los Sirex).

Efectivamente, así como cada otoño es época de cambios ornamentales en la naturaleza, esperamos que éste también sea tiempo de muda y transformación para que la vida social y política de nuestro país, de nuestra isla, presente una nueva decoración. Si hace años la gente de Mahón paseaba los fines de semana para ver "els mostradors des carrer Nou i de s'Arravaleta" que casi cada semana se cambiaban para presentar las últimas novedades llegadas a la ciudad, ahora todos estamos a la expectativa de ver los cambios que traerá este otoño. Esperamos que Menorca presente "un mostrador nou".

Ya se han anunciado reformas en las leyes utópicas que han regido (y empobrecido) la Isla durante estos pasados años. Ya se han acordado nuevos puntos de vista para acelerar el desarrollo (hasta ahora quieto parado) de Menorca. Todo eso está bien. Ahora hay que luchar contra la escasez de fondos públicos que ha dejado la crisis y, también, la nefasta gestión heredada del tripartito PSOE, PSM y Verds (Equo) pero es imprescindible trabajar especialmente en un intangible: volver a ilusionar a la sociedad menorquina. Una sociedad que, especialmente en Mahón-Mahó, ha estado viviendo sus horas más bajas desde la restauración democrática.

La Isla debe de recuperar su acreditada iniciativa empresarial histórica, su amor por el riesgo. Para poderlo hacer Menorca debe de sacudirse de todas las medidas ideológicas que la encorsetan y que han demostrado su auténtico valor y significado cuando se han aplicado: ser el camino a la ruina, ser la senda de la decadencia.

Hay dos maldades especialmente enquistadas en la sociedad isleña que deberían de ser tratadas urgentemente. La primera es la querencia/ansiedad de muchos por querer "colocarse" en la administración. Efectivamente, todas las encuestas revelan que una mayoría de jóvenes menorquines solo aspiran a la seguridad que les pueda dar un sueldo público. Ningún amor por el riesgo, por crear una empresa propia. Iniciativa cero. Anteponen la seguridad a su realización personal mediante la creación de algo propio. ¿Mentalidad comunista?. Así la economía productiva, antes tan importante en la Isla, se ha ido reduciendo hasta límites extravagantes. Con la necesaria reducción de las administraciones, se deberá de volver a los orígenes. ¡Pongamos ya las bases para que la gente pueda y quiera volver a arriesgarse a "montar" cosas!

La otra maldad a extirpar de la sociedad isleña es la cultura de la subvención. Una de las grandes lacras de la democracia inducida por la que transitamos es la creencia generalizada de que la subvención "per se" es connatural con esa forma de gobierno. Parece ser que todo el mundo se cree con derecho a recibir subvenciones. Todos. La original idea de que el dinero público no es de nadie ha aprovisionado la tranquilidad de mente de muchos que lo han despilfarrado. Si no era de nadie, nadie debía de responder por él. Era solo vil metal, nada más.

Una inmensa cantidad de recursos públicos van dedicados a mil fines que no son productivos ni cuentan con el soporte real de los ciudadanos. Una subvención solo debería concederse por motivos extraordinarios cuando se demostrase que una asociación, organización, etc. puede subsistir con el apoyo de sus asociados y puntualmente necesitase una ayuda específica para un fin determinado. La subvención "per se" pervierte su propio significado al querer sostener continua y artificialmente lo que no cuenta con el apoyo de la ciudadanía. Mantener algo a la fuerza distorsiona la realidad social. Aquí podemos listar a asociaciones ecológicas, culturales, deportivas, etc. que han hecho de la subvención su modo de vida. Todas ellas deben de aprender a subsistir sin la ayuda pública y más en esta época cuando los recursos son especialmente necesarios para apoyar la economía esencialmente productiva y para sostener, mantener y mejorar las ayudas sociales. Este otoño esperamos eso: "un mostrador nou" para Menorca.

Nota: Deseamos una pronta recuperación a quien debería de dedicar los nuevos bríos a dejar de jugar como sempiterno medio recatado para realizar incursiones rompedoras y arriesgadas tipo Messi que son mucho más interesantes. Al menos marcaría goles. Un abrazo.