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16/10 Calzadilla de la Cueza- Sahagún 23 km
Me llegan ecos de eso que llaman la civilización, sobre manifestaciones "indignadistas" en todo el mundo. Me adhiero profundamente. Dejando aparte los manipuladores de siempre que acuden, en esas manifestaciones, ahora universales, está la verdad de la gente común. Las demás formas de participar no son sino primero una comedia y más tarde una farsa. ¡Ya está bien de caraduras de todos los colores!

Paso por Moratinos. No he visto al ministro.

Entramos en León por Sahagún. "Sahagún, importante nudo ferroviario" decía aquel libro de Geografía de España de pastas azules escrito por una tal María Ángeles Belda, que estudiábamos en el Instituto de es Pla des Monestir. Entonces se estudiaban los pueblos de España de memoria. Me acuerdo aún de los de Cuenca:

Tarancón, Huete, Pliego, Belmonte, Motilla del Palancar, Minglanilla, San Clemente, Uclés y Cañete. Ahora a los chavales, no vayan a estresarse y se depriman, no se les enseña casi nada. Probablemente muchos ni sepan siquiera dónde se encuentra Cuenca.
Sahagún, cuna del mudéjar castellano. Sahagún, donde, una vez más, vemos la gente en la calle y en las terrazas solazándose (es domingo) "teniendo sociedad" como decía aquel, sin trenecitos y otros forceps.

17/10 Sahagún-El Burgo Ranero 18 km
En el Camino no he encontrado carreteras desdobladas, tampoco campos de golf. Sí, miento, en aquella urbanización de la Rioja que se vendía toda. Aunque con la yerba "chuchurría" por falta de riego (y de pago).

Sin embargo en Burgos había trenecito (era de esperar).

Cuando el Camino cruza alguna autovía o carretera nacional, pueden verse tiradas en las cunetas unas botellas de plástico con un extraño líquido amarillo que parece Estomacal Beltrán pero no lo es. Se trata de la práctica de algunos camioneros, que se orinan en ellas en marcha y, nuevamente en marcha, las tiran por la ventanilla. En España sigue habiendo mucho guarro.

Ya han llegado los italianos. Son más como nosotros. Me refiero a nosotros los mediterráneos, la meseta es otra cosa.

18/10 El Burgo Ranero-Mansilla de las Mulas 18 km
Al coronar uno de esos altos que dominan la llanura castellana, aparecieron unas extrañas excavaciones aquí y allá. Decenas. Otra vez las fosas comunes del 36 (y del 39). Aparecían cuajadas de flores. Los del pueblo de abajo rindiendo homenaje a sus muertos. La Guerra (In)civil. Bien está que se sepa y se aclare. La memoria histórica. El derecho de las familias a sepultar dignamente a sus miembros asesinados, más que por las derechas o las izquierdas, por la maldad y el odio.

Mientras escribía estas letras en un bar de un pueblín de paso, presencié una riña de gañanes viejos. Volaron vasos y botellas. Cuestión de naipes, pero odios más allá del juego, ¿cuestión de lindes quizás? Así empezó lo del 36 en estos pueblos. Parece increíble en pleno siglo XXI, pero queda mucha bestia parda por estos vericuetos mesetarios.
En estas zonas frías de la Castilla rural, las casas disponen de unos sótanos que llaman "glorias". Están abovedados con ladrillo refractario. En invierno se llenan de paja y se la prende fuego. Calientan toda la casa.

En el Camino encuentras gentes de todos los colores y clases y también de diferentes formas de pensar ideológico o religioso. En el Camino, por tanto, aprendes –en mi caso confirmas– que hay que elevarse unos grados sobre el propio pensamiento de uno para comprender a los demás y salvar el maniqueísmo que nos separa a los humanos, forzosamente en un mundo como este de contradicciones evidentes, por más que un notario con el pelo teñido diga que va a gobernar para "todos" los españoles, lo cual es imposible. Pero aquí en el Camino los peregrinos nos entendemos al margen de ideologías o religiones, estamos dispuestos aceptar al otro siempre y cuando venga de buena fe. Ese es uno de los misterios del Camino y quizás el mejor premio que se lleva uno de él: obtener una perspectiva más amplia para comprender a los demás. Seguramente fue en el Camino donde Alicia atravesó el espejo. Hay una jovencita norteamericana de Colorado con trenzas que se le parece.

Con todo, cuando dejemos el Camino, que es, entre otras cosas, lugar de reflexión, volveremos al mundo y habrá que situarse otra vez en el lado correcto de la barricada, cada cual según sus principios y la clase a la que pertenece. Comprender a los demás no significa ser imbécil.