Catedral de León - T.P.

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19/10 Mansilla de las Mulas-León 20 km

Mansilla, pueblo interesante. Conserva a su alrededor todas sus murallas.

Recuerdo la otra vez cuando el dueño del albergue y yo rescatamos a un jovencito alemán de los gitanos. Se lo habían llevado por ahí con la excusa de ofrecerle un alojamiento más barato. Yo, que había observado la escena, se lo comenté al padre de Laura, la hospitalera. Este que era concejal, me dijo: "Vamos para allá". Después de negociar con el patriarca "la entrega", nos devolvieron al alemancito, que no se enteró del peligro que había corrido.

Que conste que eran pícaros por pícaros, no por gitanos, no se trata esta de ninguna crítica racista.

Por el camino me encuentro un escocés que habla español (me caen bien los escoceses, son celtas) y me comenta: "Aquí nadie sonríe". Le contesto: "Hombre para eso tienes que irte a Andalucía (esa Reina Descalza, como la llama el melifluo Antonio Gala). No obstante, ¿cómo quieres que sonrían con la que está cayendo?, además en León el único que sonríe es nuestro ínclito presidente, aunque ya por poco tiempo. Luego vendrá el llorar y crujir de dientes."

Por todo el Camino quedan recuerdos de la Francesada. Los soldados de Napoleón se batieron en retirada precisamente por este, que entonces era y es un camino natural hacia y desde Francia, en tiempos de Roma era la Via Aquitana, que iba desde Astorga –antigua Astúrica Augusta– hasta Burdeos, quedan muchos tramos intactos incluso hasta de 7 km de largo. Los franceses, digo, perseguidos por las tropas del duque de Wellington y nuestras guerrillas y restos del Ejército Español. Rabiosos como estaban, los hasta entonces imbatibles gabachos destrozaron todo lo que encontraron a su paso. Todavía se ven muchas cabezas cortadas en las estatuas de los atrios a lo largo del recorrido desde Roncesvalles a León. Iglesias quemadas que aún no han recobrado su ser, como la gótica de Viana. Cuadros de santos agujereados por balas de mosquete y recuerdos que aún permanecen vivos entre los lugareños de estos pueblos, como la anécdota del gallo de Hornillos del Real Camino, que habiendo sido robado por los gabachos y escondido en uno de los tambores, cantó y, descubierto el robo, los soldados –que eran solo unos pocos– hubieron de salir corriendo para no ser linchados por los del pueblo. Como memoria de la "victoria" en Hornillos hay un monolito con un gallo en su cúspide.

Se lo conté a unos "fransese" que me preguntaron por el gallo. No les gustó.

Caramba con los "fransese", parece que no hay ninguno bueno, pero mira tú que sí. Estos días me he cruzado varias veces con uno de aproximadamente mi edad, que a diferencia de la mayoría de sus compatriotas que no saludan ni a su padre, cada vez que me pasaba decía: "Bonjour monsieur" en tono muy amable. Luego, hablando con él, me enteré que se dedicaba al diseño de perfumes para una marca importante. Una persona interesante.

En el albergue de Mansilla por la noche, se lió una juerga flamenca de aquí te espero, en cuanto los cuatro andaluces empezaron a batir palmas y la madre de Laura, la hospitalera, que tiene una maravillosa voz, se arrancó por bulerías. Los extranjeros alucinaban. "Alice in Wonderland", que es como he bautizado a una jovencita yankee de Colorado que lleva trenzas, abría los ojos como platos (Alicia atravesando el espejo).

Luego estaban los clásicos calamares alemanes, absolutamente irrecuperables, que ponían cara de poker. En cambio los coreanos, descubriendo la cultura española con asombro oriental, se unieron a la fiesta y tendrían que verlos la juerga que se corrieron. Ponían cara de desinhibidos, estoy convencido que era la primera vez que se "soltaban". Con todo, nos fuimos a la cama pronto, había que madrugar al día siguiente. Una hora más de juerga y los coreanos hubieran acabado convertidos completamente en auténticos españolitos con los ojos "desparramaos".

20/10 León San Martín del Camino 26 km

León. Otra de las ciudades "de provincias" encantadora. Sobre todo la parte vieja. Una vez más la gente en la calle, sin necesidad de forceps, incluso después que cierren las tiendas.

Bares de tapas, jolgorio. Ambiente.

Y luego naturalmente la catedral. La joya de la Corona en el Camino. Para mi gusto más hermosa que la de Burgos y de estilo más puro: ese gótico florido que pedía elevación, frente al recogimiento del románico y que se logró mediante la solución del arco de crucería, con su empuje lateral sostenido por arbotantes y botareles y el vertical por grandes columnas lobuladas, que al descargar los muros permiten abrir grandes vanos y dar paso a la luz a través de los maravillosos vitrales. El Dios de Amor sustituyendo al Dios Castigador, representado por la imagen amable de una Virgen sonriente y estilo figurativo, frente al arcaísmo rígido de las vírgenes románicas, cuyo papel era ser trono de su Hijo que permanece de espaldas a la madre, mientras que ahora ambos se miran con amor maternofilial. Todo un cambio para la Baja Edad Media, cuando las condiciones de vida mejoran (relativamente) vuelve la vida urbana (el gótico es un arte eminentemente urbano) y florecen las Universidades.

La catedral de León, decía. Con la hermosa perspectiva que permite su amplia plaza, en vez del encajonamiento de la de Burgos, a la que además se le han añadido unos emplastes neoclásicos que la desvirtúan. Hay que verla, vale al pena amigo lector, con las rojas luces del ocaso.

Me llegan nuevos ecos de la civilización. ETA: ¡Línea! Gadafi ¡Bingo!