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"Son 12 euros", me dice la dependienta. Saco un billete de 10 y rebusco entre la calderilla que llevo en el bolsillo. Coloco sobre el mostrador una moneda de un euro, una de 50 céntimos y el resto variado. Ya en el coche, decido poner todo el revoltijo metálico en el cenicero (ya que no se utiliza es un excelente portamonedas para el parquímetro) y es cuando la veo. ¡Vaya, si tenía una moneda de dos euros! Esta para mí. Al cogerla observo que no aparece el rostro de nuestro monarca. No soy aficionado a la numismática pero creo intuir la procedencia. Llego a casa y efectúo la consulta a través del señor google: efectivamente es de Grecia. El dibujo muestra el rapto de Europa por Zeus, que ha adoptado la forma de un toro. Lo que aprende uno... Entonces me asalta la duda: Así como está la economía helena, ¿vale algo esta moneda? Una cosa lleva a la otra y concluyo que la persona que decidió el símbolo acuñado debía tener dotes proféticas. Porque, efectivamente, el viejo continente está siendo raptado por la crisis que ha hundido ese país y que amenaza al resto de los socios comunitarios. Espero que lo del toro no sea una premonición sobre España. Decido conservarla, pero aparece la duda. ¿La guardo en un bote de cristal donde hay pesetas, "duros" y otras viejas glorias del pasado? Seamos optimistas. Seguro que Angela Merkel, además de regalarle un osito a Nicolas Sarkozy, nos saca del lío. Será entonces cuando utilizaré esta moneda para tomarme una "caña" a su salud.