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La ruta que ha emprendido el Consell con destino a la reducción del gasto que generaba el transporte público terrestre está siendo muy accidentada. Por el camino se está encontrando con unos baches importantes, predecibles pero no sorteados a tiempo. Tan poco afortunada ha sido la salida que poco después de haber partido, el vehículo ha tenido que tomar vías alternativas, en las que también se está encontrando con importantes socavones. El pasaje se mosquea. El conductor, en este caso el Consell, busca la mejor trazada, pero el camino emprendido no da para nada mejor. Cierto es que todas las complicaciones vienen de momento por un Maó-Ciutadella en hora punta, pero no es un percance menor. Algunos comentan que en las colas de espera del 'transinsular', ante el más que posible overbooking, ya hay incluso tensión, miradas inquietas de recelo. Son curreles cansados, pacientes nerviosos por lo que les dirá el médico o simplemente un enamorado para el cual un minuto de espera es una eternidad. Quien opta por el transporte público, con precios nada simbólicos, debe hacerlo con seguridad, tranquilidad, comodidad y una mínima garantía de cumplimiento horario. Un imprevisto puede provocar un retraso, pero esta demora, esta incertidumbre sobre qué ocurrirá hoy, nunca puede producirse por un vicio innato del sistema. Lo mejor es parar, dar marcha atrás y emprender otro camino.