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El cambio de partido político en el gobierno de la nación no modifica por sí mismo la realidad social y económica que viven los ciudadanos. Una mayoría absoluta ha de facilitar la agilidad en la aplicación de las medidas necesarias, sin embargo ese amplio margen de maniobra no ha de evitar el consenso. En la nueva etapa política que se inicia va a ser igual o más necesario que en otros momentos llegar a acuerdos, consensuar las medidas, para que las respuestas a la dura realidad social sean compartidas. El reto es difícil, como se ha visto después de las elecciones locales y autonómicas en el Parlament Balear, en el Consell o en el Ayuntamiento de Maó. Lo que necesita el país es generosidad por parte de todos, especialmente del principal partido de la oposición, que ha recibido un castigo implacable, en parte causado por la crisis y también por los errores del Gobierno. A quien corresponde la iniciativa de facilitar los acuerdos es a quien gobierna. Las elecciones han ayudado a España a mantener una expectativa de mejora y una imagen de transición normalizada para afrontar la crisis. Sin embargo, la presión de los mercados continúa. Empieza una nueva cuenta atrás para acertar en cada paso al frente.