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Wouldn't it be nice? (¿no sería bonito?) es una de las más delicadas y deliciosas canciones de los inmensos Beach Boys. Sus armoniosas voces recuerdan permanentemente las playas californianas y ayudan a intuir esculturales ("beach bums") chicas rubias de ojos verdes en bikini. "Fun, fun, fun". La música de aquellos "chicos de la playa" conlleva y transmite, aún hoy, alegría, optimismo y ganas de vivir. Todo un ejemplo de cómo enfrentarse a la vida desde las ilusiones de la juventud.

A comienzos de un año nuevo todos tenemos buenos deseos y magníficos planes que rectifiquen, si acaso, los errores cometidos en meses anteriores. Nos renovamos con buenas intenciones y trazamos nuevos proyectos para mejorar nuestro tránsito por "el camino de la vida". Renovamos las ilusiones.

En política, el comienzo de un nuevo año también debería de servir para crear, desde la sensatez, una nueva ilusión con la que dejar atrás las pesadillas pasadas ocasionadas por los reconocidos incompetentes que hemos sufrido como gobernantes. Así, a nivel nacional hemos visto un cambio de gobierno que, efectivamente, ha podido traer ciertas expectativas de mejora pero que, de buenas a primeras, ya ha anunciado unas medidas que, buena parte de ellas, dejan de lado su pretendida ideología liberal para entrar a formar parte de la llamada nueva socialdemocracia de derechas. Después de presentar unas medidas en buena parte discutibles y después de subir unos impuestos que prometieron no subir, no se han atrevido a "tocar" el verdadero cáncer que sufre nuestro país: las autonomías. Cualquier observador imparcial sabe que sólo poniendo coto a los desmanes autonómicos podrán sentarse las bases para una recuperación económica en nuestro país. Eso sí sería una medida sensata.

Las autonomías están literalmente quebradas y no es (¿o sí por permitirlo?) por culpa del Estado sino por su propia inercia derrochadora como lo son todas las formas de gobernar "cercanas al pueblo". Normalmente los múltiples compromisos y presiones (ineludibles muchas veces) que deben de asumir quienes gobiernan estos niveles administrativos locales no les permite evitar (precisamente por cercanía y amistad) ese despilfarro. La solución del endeudamiento sin fin (hasta la quiebra final) es una insensatez.

El nivel autonómico pues debería de reconsiderarse y reconducirse bajo una nueva óptica. En Baleares, y a riesgo de que algunos obsesivos tachen esa afirmación como anti menorquina, algún día deberá de replantearse la viabilidad del papel actual de los consells insulares como ente de gobierno descentralizado versus su papel como simple ente administrativo. La voluntad del autogobierno está siempre supeditada a la viabilidad económica. No es sensato mantener una maraña de administraciones carísimas que arruinan cualquier presupuesto con bienintencionadas intenciones inversoras. La gestión debe de ajustarse a las posibilidades reales no a las utopías.

En nuestras islas la educación es también un terrible lastre para el futuro de los jóvenes de las islas. Imponer una educación en una lengua con la que muchos no se sienten identificados es un lastre que sólo conduce al fracaso que tan bien conocemos. Cada vez son más quienes, a la vista de los resultados, abogan para que los planes de estudios se impartan en español e inglés (idiomas universales) junto a un exhaustivo conocimiento de los dialectos de cada isla para evitar su desaparición. De cada vez más gente cree que imponer otra forma lingüística no cotidiana en nuestras islas ha sido la causa que nos ha conducido al fracaso.

En Menorca ha quedado muy claro que la sociedad menorquina ha vivido una alocada decadencia en estos pasados años. La isla ha estado gobernada por unos parámetros ideológicos más que por directrices económicas y sociales. Menorca se ha empequeñecido en todos los frentes. Menos PIB, menos influencia; más parálisis económica, menos atractivo; más normas, menor libertad; más subvenciones, más beneficencia ficticia; más pobreza, más conflicto social; más colonialismo cultural, menos identidad menorquina; etc.

Aprovechemos el nuevo año para que la isla viva una nueva ilusión que supere y remueva la situación que nos ha dejado en la estacada. Se impone la sensatez. Wouldn't it be nice… to be sensible? ¿No sería bonito ser sensatos? Toc, toc. ¡Pase!