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Hoy el expresidente del Govern Jaume Matas comparecerá en su primer juicio del caso Palma Arena, en una de las 26 piezas separadas. Se trata del pago al periodista Antonio Alemany de casi 500.000 euros para la Agencia Balear de Noticias (ABN) y la web Libertad Digital, a cambio de redactar sus discursos. El exministro y expresidente autonómico podrá ejercer su derecho a la defensa, aunque ya cargue con la condena social por todas las informaciones sobre su forma de enriquecerse durante las dos legislaturas, especialmente la segunda, en que dirigió la Comunidad Autónoma. El caso Palma Arena ya no se juega en el campo de la política, sino en el de la Justicia. Y es bueno que sea así, porque significa que ese periodo de corrupción ha dado paso a una etapa distinta, en que se respeta y se vigila más la gestión del dinero público. Además, las instancias judiciales deben actuar con independencia de cada momento político. Así se garantiza la eficacia de su acción, que es imprescindible, no solo para la condena de los autores de los delitos sino para la prevención de éstos. El juicio a un expresidente es un hecho de una gran importancia, incluso superior al interés mediático por el caso Urdangarín. De hecho, una forma de hacer política se sienta hoy en el banquillo.