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Maui, Hawai, 10 de enero de 2012. El haber nacido y pasado la niñez en Menorca hace que aprecie las puestas de sol en el mar con especial sensibilidad. Recuerdo de pequeño los paseos con la familia, "dalt es penyal de Cala en Porter", para ver bajar lentamente el sol y sumergirse en el mar. La explosión de color, cada día distinta, era como una despedida muy personal del sol de aquel día. El paseo era como una ceremonia casi religiosa de los atardeceres del verano. No me sorprendería que si tuviera raíces religiosas, memorias de ritos solares existen en el entramado de nuestra cultura. Al fin y al cabo celebramos el nacimiento de Cristo no en un día consistente con lo que narran las escrituras, sino en la conmemoración del nacimiento del nuevo sol.

Después de años de vivir tierra adentro, en la última década he podido repetir esa ceremonia. Ahora ocurre cuando visito alguna de las islas de Hawai en el mes de enero. El encanto de las puestas de sol en estas islas es indescriptible y la fotografía es incapaz de reconstruir todo la belleza de esos momentos.

En enero en Hawai nos reunimos unos centenares de personas involucradas en el estudio de la ciencia de sistemas. Una ciencia relativamente joven ya que a los sistemas a que nos referimos son sistemas complejos y complicados creados por el hombre para supuestamente mejorar nuestra existencia. Son por ejemplo los sistemas de transporte, la red eléctrica, las redes de comunicación inalámbrica. En la última mitad del siglo pasado, estos sistemas han ido creciendo en extensión y en interconexión. Actualmente cubren la mayor parte del hemisferio norte. Redes intercomunicadas y globalizadas supuestamente para aumentar la eficiencia de estos sistemas.

Es fascinante construir modelos para estos sistemas ya que involucran física, ingeniería, sociología y sobre todo economía. Es un reto el desarrollar modelos cuantitativos combinando ideas de estos campos para entender los modos de operación y los inevitables fallos que acompañan a esos sistemas. El afán globalizador ha hecho que los pequeños fallos se minimicen, pero, sí un importante pero, los fallos ahora también pueden ser globales y catastróficos. Un ejemplo relativo al sistema económico es lo que llamamos ahora "la crisis" y que dentro de unas décadas será una más de las crisis que vayamos a padecer.

En este ambiente es consolador volver la vista al sol, contemplar su lento movimiento hacia el mar, ver su despliegue de color mientras uno ruega: "que a nadie se le ocurra aumentar la eficiencia del sol en su camino"