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Tuvo lugar la ceremonia anual que, coincidiendo con la festividad de nuestro patrón "Sant Antoni Abat", organiza la Editorial Menorca para premiar a los Protagonistas de la Vida Menorquina. Cada año suele haber protagonistas nuevos, pues el protagonismo tiene una extraña dimensión temporal o provisional que necesita ser renovada periódicamente, también por este periódico.

Vivimos tiempos en los que nos conviene buscar y premiar la excelencia en cualquier faceta o actividad de la vida pública. Esto nos dará moral, y nos demostrará de lo que somos capaces cuando no nos conformamos resignadamente con ir tirando. Destaquemos, pues, a los que ya destacan por diversas causas. Sobre todo, si queremos construir una sociedad más preparada y justa, capaz de progresar y de salir adelante con nosotros dentro.

Solo con un empeño sin reservas se pueden acometer las grandes empresas. Especialmente importante, pues, es el esfuerzo anónimo de tanta gente que no conocemos. Y esto invita a pensar en la importancia que en todas las películas u obras de teatro, tienen los llamados actores secundarios. Sin el contraste con los cuales, no existirían los protagonistas de todas las películas de cine.

Porque aunque destaquemos a los actores principales, ¿qué sería de las mejores historias –algunas verdaderas obras maestras– sin esos soberbios actores y actrices secundarios que todos hemos podido admirar, alguna vez, sobre el escenario o en la gran pantalla?

En dos películas protagonizadas por John Wayne: "El hombre tranquilo" dirigida por John Ford y "Río Bravo" de Howard Hawks, el conjunto de la interpretación supera con creces la simple suma de las partes.

Barry Fitzgerald en su papel de viejo casamentero del pueblo de Inisfree, y un entrañable Walter Brennan en el de ayudante cascarrabias del sheriff, bordan su papel y consiguen así llenar el argumento con su graciosa e inmensa presencia. Por poner solo dos ejemplos.

En cada una de esas historias, magistralmente dirigidas e interpretadas, podemos encontrar un entretenido resumen de aquellos aspectos perennes e inalterables que conforman la condición humana. Lo mismo podríamos decir de la española "Bienvenido Mr. Marshall".

La lucha contra el mal, el miedo, la avaricia o la soledad. La defensa de la ley y el orden. La simpatía por los débiles frente al abuso de la fuerza. La necesidad de las tradiciones y de la construcción de un hogar feliz. La lealtad, la amistad y la tolerancia… la rebelión contra las injusticias y el amor sin tapujos que todo lo transforma y perfecciona…

Después están los extras. Aquellos personajes anónimos, que nos permiten contemplar como la vida fluye incansable ante nuestra mirada, mientras miles de pequeñas historias individuales se difuminan y van cayendo lentamente en el olvido. Es tiempo de solidaridad con las múltiples representaciones de cada comedia, tragedia o drama que viven los menorquines actuales. Aunque no les coja, casi nunca, en primer plano.