TW
0

Cuando un entrenador quiere ganar únicamente a su manera y ordena a sus jugadores de tal forma que sobresalga sobre todo él, en caso de victoria, cuando uno se empeña en dejar su firma para que nadie dude de su autoría y su mérito, y cambia para tal fin la filosofía y capacidades de su equipo y revierte a sus jugadores de la seguridad al miedo, cuando un entrenador hace eso y de la forma más extravagante y pierde, puede decir sin ningún riesgo a equivocarse que las derrotas sólo tienen un padre y que esa es hija suya, sin lugar a dudas. Y lo puede decir al menos con el mismo convencimiento con el que pueda hablar de sus pasados triunfos y logros que, por cierto, suele atribuirse en exclusiva. Hay quien dice que Mourinho ideó la alineación del partido de ida con la intención de meter tres goles al Barcelona mientras éste se moría de risa. Y bien, o no funcionó o lo hizo por otra cosa que tampoco surtió efecto. Y el caso es que el Barcelona salió de ese encuentro con la ventaja que a la postre le ha dado el pase a semifinales.

Sin embargo, pocos podían imaginarse antes del partido de vuelta, que el equipo madridista iba a ser capaz, como lo ha sido, de llegar al Camp Nou con un espíritu ganador y un planteamiento ultra ofensivo que a veces por poco y otras por los árbitros no llegó a acabar en gesta, nada le privó, en cambio, de hacer una exhibición: mostró al mundo del fútbol que también ellos juegan con la pelota, que también la quieren y la miman, que saben correr solidariamente y que trabajan coordinadamente, que tienen sobrado talento y jugadores de categoría, que pueden jugar de tú a tú al Barcelona y ganarse su respeto y aplauso. El Barcelona jugó bien y el Madrid mejor. Empataron y el partido en casa pesó demasiado en la plantilla blanca. Tal vez también en la conciencia de Mourinho, eso sólo él lo sabe, cada uno elige lo que aprende.

Así que tras la eliminatoria de Copa la cosa queda más o menos en que venció el Barça, ganó el Madrid, perdió Mourinho, y casi pierde Guardiola aunque, eso sí, la mayor derrota se la llevaron los árbitros que parecía que iban compensando errores anteriores con otros nuevos y cada vez de manera más absurda, para uno y otro lado fueron repartiendo descontento. Manifestado ahora, eso sí, por el que salió vencido, pero sólo por eso, porque si Higuaín marca su gol, o entra el de Özil o el de Cristiano, quien se estaría lamentando de la actuación arbitral sería el equipo blaugrana, y haría mal pues lo que tocaba y toca es celebrar el soberbio partido que realizaron entre los dos equipos sobre el terreno de juego. Sin disparates.

Si cada uno ha aprendido la parte que le toca en esta eliminatoria, el próximo encuentro entre estas dos maneras distintas de buscar la perfección en el fútbol ha de ser todavía más bello y más épico.