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No hace mucho tiempo, en un artículo publicado en esta misma tribuna, tuve la grata ocasión (e hice uso de ella) de presentarles a mi amigo y corresponsal en Madrid para asuntos de higiene mental, cuyo nombre, algo más extenso en la realidad, resumí en dos sílabas entrañables: "Paco". Personaje singular, mente clara, espíritu libre, investigador heterodoxo (no sé si recuerdan su interesante monografía sobre el enigmático proceso de recepción de pelusas por parte del ombligo), no mal catador de vinos, cervezas y ocasionalmente algún destilado, excelente escritor, magistral conversador, amigo de sus amigos y enemigo de asimilar acríticamente las doctrinas dominantes. (Más vale que sobre, me aconsejaba mi abuela). Pues bien, he recibido recientemente una carta suya en la que aparte de otros asuntos más personales, me interpela con una cuestión histórica de cierta enjundia. Pero antes de compartirla con ustedes, permítanme reproducir de dicha carta unos párrafos más ligeros pero de cierto interés antropológico.

Comentando (a petición mía) sus impresiones a cerca de un video promocional que una galería de arte ginebrina tuvo la gentileza de dedicarme y producir, escribió la siguiente nota:

"En cada uno de sus gestos, de sus desmayados movimientos, aflora el ego del artista. En su displicente mirada al soslayo, perdida siempre en el infinito. En sus desganadas palabras ascendiendo penosamente hasta la garganta para caer rodando de la boca. En la indolente actitud entre perdonavidas y estoydevueltadetodo con la que el genio creador se nos manifiesta".

Luego de otras chanzas igualmente hilarantes añade: "… sin embargo para rozar la perfección interpretativa aún debes trabajar en oscurecer el discurso hasta situarlo en la sinuosa linde que separa lo inteligible de lo ininteligible, raya fronteriza por la que contrabandean críticos y marchantes".

Tengo por singularmente reveladoras estas últimas palabras, precisas y afiladas como el bisturí que, diseccionando las carnes que cubren el tejido insano, nos permiten observar con claridad el origen del mal olor que rezuman algunos de los tejidos del arte contemporáneo. ¡Cuánta fealdad injustificable pero pretendidamente justificada mediante delirantes trabalenguas se ha colado en nuestros museos!

Pero a lo que iba, que no quisiera enredarme demasiado en tan resbaladizos territorios. Es el último párrafo de la carta de mi amigo el que me gustaría someter a su consideración:

"Y ahora un motivo para la reflexión y la controversia que bien pudieras plantear a tus lectores menorquines. Resulta que leyendo sobre el siglo XIX caí en la cuenta de que las centurias históricas no se corresponden con las cronológicas. Así para los historiadores el XIX no da inicio sino hasta 1815 cuando la Convención de Viena puso fin a las guerras napoleónicas y el XX comienza realmente, siempre a juicio de los historiadores, en 1914 con la deflagración de la Gran Guerra. Entonces me pregunto y te planteo ¿En qué año entraremos realmente en el siglo XXI desde un punto de vista histórico? ¿En el 2014? ¿En el 2015? ¿Lo haremos con una gran guerra? ¿El actual desbarajuste responde a los estertores del siglo que muere o son contracciones de parto del que vendrá? En definitiva ¿Estamos en vísperas de algo grande? ¿Tienes refugio atómico en tu casa?¿Cuántos caben?

Confiando en que el futuro nos pille con las bragas limpias, recibe un cordial abrazo de tu más rendido admirador que lo es."

Temo, mi querido Paco, que delegaré en los lectores la posible resolución de tu duda. Espero que alguno tenga la amabilidad de responder a la fascinante cuestión. Por mi parte nada puedo hacer para disolver tus incertidumbres. Ignoro si el siglo XXI ya de hecho madrugó con el episodio de las torres gemelas o si se hará el remolón hasta la aparición de un nuevo orden, o desorden resultante quizás de la próxima refriega que llegará próximamente a nuestras pantallas y de la que puedo intuir su ficha técnica.

Guión: EEUU. Coprotagonistas: Israel e Iran, con secundarios de lujo procedentes de la zona exroja del planeta azul. Producción: potencias occidentales. Ayudante de producción: algunos países árabes. Dirección a cargo del colectivo "los mercados", ingenioso nombre artístico de la poderosa estructura financiera global que nos endulza la vida últimamente.

Pero siendo esto una hipótesis, de lo que sin embargo no me cabe la menor duda es de que no va a ser Don Mariano el elegido por la Historia para ostentar la gloria de oficiar como punto de inflexión entre siglos. Su impactante teoría de hacer lo que dicta el sentido común y resolver como Dios manda lo que a la gente le importa parece que a pesar de su creatividad y solvencia no conseguirá mayor efecto catártico que el que alcanzó la alianza de civilizaciones de nuestro examado exlíder.

Me atrevería aún a sugerir que, además de ser muy oportuno como mencionas mantener activado el zafarrancho de lencería, sería también interesante hacer acopio de lubricante por lo que nos pueda pasar a corto, medio y largo plazo.

Mientras llega el gran evento, y confiando en que la presentación tan favorecedora que de tu perfil he dibujado en el primer párrafo de este escrito te haya conmovido lo suficiente como para sufragarme en un futuro no muy lejano unas tajadas de bacalao con sus correspondientes cañas y torreznos en – es un suponer- la castiza plaza de Puertacerrada, te anticipo un afectuoso abrazo.