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Es cierto, parece una locura, pero por fin ha ocurrido. Tras un largo tiempo de intentos infructuosos, al final lo he conseguido, he visto a un responsable.

Supongo que a ustedes les ocurrirá casi a diario. Cuando tienen algún problema con sus teléfonos o su conexión de Internet; cuando no entiende la factura de la luz; cuando le meten el último recargo del banco por gasto de correo y hace años que le llega todo por email; cuando su avión no despega en hora o sencillamente no despega; cuando le cargan en su cuenta el seguro del coche que usted juraría haber pagado el mes pasado; cuando intenta conseguir el formulario 046 de pago y nadie le dice donde pedirlo; cuando llama a Hacienda y le contesta un ordenador que habla mal, tanto en catalán como en castellano; cuando ha ido a renovar su tarjeta sanitaria y después de recorrer tres ventanillas, y soltar diez euros para repagar una sanidad que ya paga, se ve sin tarjeta y con cara de haber hecho el tonto; etc. Cuando han vivido todas estas situaciones y cientos de ellas parecidas, ¿han sido ustedes capaces de encontrar un responsable?
En un país acostumbrado a echar balones fuera, a señalar al vecino como culpable de sus frustraciones, a usar mucho el: "y tú más"; y a usar muy poco el: "te comprendo", es muy difícil encontrar un responsable.

Es más, aunque todos intuimos donde están, han creado una tela de araña tan espesa y tan alambicada a su alrededor, que es casi imposible acceder a ellos. Y no conformes con eso, se dedican a escupir veneno en forma de manipulación para que, además de sufrir situaciones injustas y en ocasiones kafkiana, sintamos que los responsables de padecer lo que estamos padeciendo somos nosotros mismos, por torpes y por flojos.

La casta política se ha especializado en esta cuestión. No solo no dimite nadie nunca por nada, sino que además sacan pecho repartiendo culpas entre rivales políticos, organizaciones sindicales, movimientos ciudadanos, colectivos que ellos consideran privilegiados, directrices europeas, ordenes de los mercados, etc. Se imaginan a un político declarando: "sí, soy el responsable, prometí soluciones para este tema y después de todo este tiempo, he gestionado mal lo público y no solo no he mejorado la situación, sino que la he empeorado, por lo tanto, por coherencia y responsabilidad dimito", perdón, creo que me he pasado, es mucho imaginar.

Claro, en esta situación tan enrevesada, uno se sorprende de manera exagerada cuando por una vez en su vida, se encuentra con un responsable.

El mío apareció de repente, detrás de una ventanilla en una estación de ferrocarril. Me pidió disculpas por la información errónea, me consiguió un nuevo billete en el próximo tren, me dio un vale para la cafetería y me devolvió en metálico el importe íntegro del billete perdido. Me saltaron lágrimas de emoción, me abrace a él y le pedí que nos hiciéramos una foto juntos, quería conservar el recuerdo del primer responsable que me encontraba en mucho tiempo; espero que aún conserve el puesto de trabajo.