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El Congreso de Reservas de la Biosfera de las Islas y Zonas Costeras ha sido un primer paso de un proceso en el que Menorca ha de jugar un papel destacado. Se ha definido el objetivo que asumirá la Isla como sede mundial, el desarrollo sostenible, mientras Jeju se encargará del cambio climático. La UNESCO ha concretado en estos dos aspectos los retos esenciales que se plantean de cara al futuro. Cómo afrontar la sostenibilidad de un territorio es una cuestión que obliga a un análisis multidisciplinar y ajustado a la situación de países y regiones muy distintas. Los países pobres con zonas de un alto valor ecológico y paisajístico plantean unas necesidades a las que habrá que dar respuesta. Menorca también representa un territorio en el que el desarrollo sostenible significa un reto fundamental y más cuando las dificultades económicas interrogan sobre las decisiones que conviene adoptar. Para la conservación de un modelo en el que luzca la etiqueta de Reserva de la Biosfera, y más como sede mundial, es necesario que sea compatible con el desarrollo económico. El análisis y el debate van más allá de la ciencia y trascienden a la sociedad. Quizá el reto es que la designación de la Isla como sede mundial sirva para que encontremos nuestro propio camino.