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Con cara de saber cómo y en qué momento, pronunciando palabra a palabra el discurso del incrédulo convenciendo, le sudan las manos en puro invierno, es el fuego a sus pies y frente al pueblo, se le seca la boca y se bebe el ego. Mira a su alrededor y lo cree suyo, hasta apoderarse de cada parte del conjunto en su ilusión, y fascinado por su propio poder imaginario se deja olvidar de la incapacidad que le abastece. Noche oscura, bailan nubes lejanas con la remota luna, habla el chamán con el cosmos y comprende que está sólo. Hay un cordero a sus pies, es el presente; está muerto y abierto en canal para poderlo leer sabiamente. Solo él conoce el lenguaje de las vísceras arrancadas por desesperación, solo él sabe cómo interpretar los surcos de sangre, los colores, la temperatura, las dimensiones y rugosidades y cualquier otro detalle o anomalía, reconocibles solo por los más expertos, por los dotados de tal pericia, herederos legítimos de los Tratados de la Estadística. El pueblo espera, expectante, tras años de sequía, agotadas las fuentes, busca soluciones, a cualquier precio, necesitan un horizonte al que mirar, un futuro al que agarrarse, un remanso a la miseria que no cede en cebarse, ellos confían en el nuevo chamán, al fin y al cabo superó ante todos al anterior: predijo su muerte y lo mató.

El chamán se pronuncia: "he hablado con el espíritu de la verdad y del conocimiento con el poderosísimo Ziurön, arquitecto de la comprensión, y ya sé cómo traer la lluvia de regreso a nuestro pueblo y lo que es todavía más importante, ya sé cómo hacer para que no vuelva a marcharse y por qué se fue. Me lo ha revelado. Todos saltan con la poca fuerza que les queda, una y otra vez, hasta caer al suelo, rendidos, con un sentimiento parecido a la alegría, ya olvidada, dispuestos a seguir escuchando las palabras de su guía y ya líder, que continúa de pie y sin mostrar sentimiento alguno y contemplando como su gente se doblega ante sus palabras se hace más fuerte y las fuerza: No hay lluvia porque os hicisteis demasiado grandes las vasijas, he ahí el motivo, la única razón, los pantanos sagrados se quedaban vacíos por culpa de que vosotros recogías demasiada agua para vuestros asuntos, y no os importó, pero sin culto a los dioses no hay dones y todo se nos arrebata y eso tenemos. Así que vais a romper toda vuestra cerámica ahora mismo, uno a uno cada recipiente, y después lanzad los pedazos al fuego y con orgullo. Y cuando la lluvia vuelva, abrid la boca y lo que caiga." Ninguna objeción, mejor agua sin vasijas que vasijas sin agua. El pueblo obedece. El chamán les asegura que tardará en venir la lluvia y que vendrá y que si desde entonces no acumulan no se terminará ya nunca. Acaba la ceremonia.El pueblo se va a dormir con menos de lo que se había levantado y en cambio parece más aliviado. Al chamán le sucede lo contrario y se pasa la noche mirando al cielo y absorbiendo aire, creyéndose capaz de soplar inversamente las nubes.