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- ¡Estudia, si quieres ser un hombre de provecho el día de mañana! - lo amonestaba su padre, haciendo gala de una filosofía tan simple como críptico-trascendental.

- "¿Qué provecho obtiene el hombre de ganar el mundo, si pierde su alma?" – leía en el Evangelio. Frase grabada en algún lugar de su mente, cuando joven. Como la pregunta de Cohélet, el hijo de David: - "¿Qué provecho obtiene el hombre de todo aquello por lo que se afana bajo el sol?"- Cuestión tantas veces repetida: ¿Por qué vale la pena afanarse?

- ¡Buen provecho! ¿Me pasas la sal? – Frase habitual en la tasca de menús económicos, los días laborables. - ¡Un Carpe Diem con salsa mahonesa! - ¡Marchando!

La preocupación recurrente por el provecho. El horror a perder el tiempo, malgastándolo en las cosas inútiles. El beneficio o despilfarro de las limitadas, contadas horas del día. Sembrar para recoger a su debido tiempo. No todo es inmediato, ni fácil, ni se puede cobrar al contado.

- El día de mañana, los teléfonos serán móviles, sin hilos, y podremos acceder a cualquier información desde una pantallita interactiva… - dijo el Nostradamus de turno.

- No "sueñes tortillas". Tienes demasiada imaginación, muchacho. El futuro no existe y además es imposible, sobre todo si lo ves con los limitados e incrédulos ojos del presente.
En el Ateneo, se discutía por aquel entonces sobre la conveniencia de entrar en la OTAN. Habían convocado un referéndum. La hospitalidad veraniega del doctor Seguí permitía continuar las animadas tertulias frente a la Isla del Aire. La cultivada experiencia de Joan Casals o la jovial vitalidad de Mevis Pons…conversaciones que denotaban diferencias y puntos de vista únicos, irrepetibles. Pero también había comprensión y tolerancia en las distintas voces que te acompañan aún a través del tiempo.

Estudiando para ser un hombre de provecho (como quería su padre) en la ciudad enorme. Días de grises y de libros. Boadella ya estaba proscrito. ¡No te burlarás del poder establecido! Cuando se jugaba en medio de la calle sin coches y, a veces, te reñían…Besos sin querer separarse. Los primeros viajes y canciones, con los amigos de entonces: "Més lluny, sempre aneu més lluny…Més lluny de l'avui, que ara us encadena". Allende lo ya conocido, un horizonte ocultaba valiosos secretos…

Otro año hemos celebrado la fiesta de nuestra Comunidad. Los honderos baleáricos fueron célebres en la Edad Antigua, enrolados en las tropas romanas y cartaginesas. De ellos dijo un tal Diodoro de Sículo: "…en la práctica de lanzar grandes piedras con honda, aventajan a todos los demás hombres". Llull (Sergi), premio Llull (Ramón), lanzando balones a canasta. Y Vicente Macián, acompañando y consolando a los enfermos en el hospital. Cada uno deja su particular huella en este mundo…

Siempre seremos lo que hemos sido.