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En este mundo que hemos construido con gran esfuerzo y derroche de vanidad y ego, hemos conseguido poner los valores esenciales a bajo precio y a las pertenencias superfluas e inútiles, les hemos dado un valor importante. Así, hoy por hoy, vivimos en una sociedad donde el tener es más importante que el ser.

La tramitación de una separación o divorcio será más o menos cara pero tras de sí lleva un gran precio emocional para todos los que forman parte de ese alejamiento afectivo entre dos personas que un día se quisieron, se quisieron mucho, tanto que decidieron construir un mundo nuevo. En este mundo unieron familias, amigos, recuerdos, hipotecas, sueños… y la mayoría tuvo hijos.

Al separarse, se reparte el "botín" de la aventura de haberse amado y esto genera el principal enfrentamiento y desacuerdo. Lo material nos atrapa y nos hace comportarnos de forma ruin, olvidando todo aquello que nos unió. Se nos enfrían las cenas románticas que disfrutamos juntos, los momentos idílicos llenos de ternura y promesas de amor eterno, los bailes achuchados, la compañía y la ternura en momentos difíciles, pero…. ¿y los hijos? ¿qué pasa con los hijos?

En general, ambos progenitores quieren quedarse con la custodia de los menores por lo que la lucha sin cuartel da comienzo. Y serán los propios hijos la moneda de cambio, los rehenes de un amor que se convirtió en enfrentamiento y rivalidad.

Cierto es que cada pareja es una realidad diferente, por lo que en muchos casos la custodia compartida se acepta desde el primer momento y la relación entre la expareja es de respeto y concordia, pero esto, por desgracia, no es lo usual.

Pero en cualquier caso los niños no se divorcian.

Dicen los entendidos en las "cosas del querer" que solo hay un sentimiento tan fuerte como el amor y ese, es el odio, sentimiento que aflora generalmente acompañado de la ira y entabla la batalla en un campo donde los hijos son testigos y sufridores de excepción.
Olvidamos que el título de esposo o esposa, marido o mujer, compañero o compañera, puede tener caducidad pero el de padre o madre es vitalicio.

Por otra parte, en esta época de crisis económica profunda, la situación familiar se resiente de una forma especial, las tensiones que se viven ante la pérdida de puestos de trabajo hacen que afloren, en muchos casos, problemáticas personales que ponen a prueba la convivencia hasta puntos insospechados.

Hablando de este tema, hace unos días, con el delegado de Educación, nos informaba de que en los centros educativos es muy palpable como la crisis hace que parejas, que en otros momentos procederían a separarse, decidan mantenerse viviendo bajo el mismo techo por razones económicas. De la misma forma los profesores detectan rápidamente en las aulas a los niños y jóvenes que están sufriendo de situaciones conflictivas entre los padres.

Desde el Departamento de Bienestar Social y Juventud creemos firmemente que las relaciones humanas se pueden mejorar desde el diálogo y la comunicación. Creemos en la mediación familiar como herramienta fundamental en la convivencia y el crecimiento personal. Por ello apostamos, un año más, por ayudar a padres e hijos, en este trance de la ruptura de un hogar.

Los talleres gratuitos "Fills i filles amb 2 cases" se organiza por quinto año consecutivo. Empezarán a partir del 6 de marzo en Ciutadella y Sant Lluís y serán dirigidos por magníficos profesionales en la materia: la mediadora familiar Pepa Teixidor y la psicóloga Patricia López-Sors, con el apoyo de Carles Bonet como monitor de refuerzo.(www.cime.es/fillsamb2cases - Telf. 971 357 025)