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Menorca asiste expectante al flujo de noticias que ponen su acento en el transporte aéreo. Es una constante en su devenir desde que el desarrollo económico, social y cultural quedó vinculado a la posibilidad-necesidad de ir más allá de los límites de "sa Roqueta". La expectación ha crecido en paralelo a la mayoría de datos estadísticos -los más recientes, del Centre de Recerca Econòmica- que, de un tiempo a esta parte, abonan el pesimismo en torno al futuro de la Isla, a su capacidad para crecer y mantener su nivel de bienestar. La problemática menorquina en torno a la necesidad de conexiones aéreas adecuadas y asequibles se agravó con la crisis de Spanair, que, a la postre, ha servido de acicate para la búsqueda de soluciones largamente demandadas. José Ramón Bauzá y Ana Pastor se reunían ayer en la capital española. El encuentro se saldó con el anuncio de que se iniciará la tramitación de la declaración de servicio público entre Menorca y la Península -no Madrid, como se había dicho- pero sin que se haya concretado cuáles serán sus condiciones. Es innegable que se ha avanzado, sin embargo, la situación es suficientemente seria como para abandonar el camino de la ceremonia y transitar por la autovía de la eficacia.