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Es una mañana soleada que invita a pasear y disfrutar del umbral de una primavera que nos compense del crudo invierno. Pero en la calle hay centenares de personas que expresan democráticamente su protesta por los ajustes económicos. Nos está tocando vivir y sufrir una crisis que ha estallado la burbuja en la que flotábamos seguros los ciudadanos de los Estados privilegiados. El Occidente rico y orgulloso de su progreso ha dejado de ser El Dorado y se nos aparece con todas sus miserias. Y ahora, como decía Mario Benedetti, "cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas". Entonces, como en el lejano oeste americano, se ha colgado el cartel de "wanted". Se busca al culpable que nos ha llevado a la ruina. Unos ponen en el pasquín a los políticos, otros a los banqueros y los de más allá a los empresarios. Hay quien señala a todos ellos y las voces más autocríticas apuntan que ha sido la sociedad en general la que se ha precipitado al abismo.

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Esta semana el periodista Carlos Herrera afirmaba, en una entrevista publicada en este periódico, que "El descrédito de la clase política es muy injusto". A raíz de esta afirmación se generaron no pocos comentarios en nuestra edición digital que concuerdan con las encuestas sociológicas: la mala fama que padecen los gobernantes. Las reflexiones de los lectores incluían un cruce de acusaciones de si el rostro que ha de figurar en el cartel de "wanted" es el de la izquierda o la derecha. Uno, bajo el nombre de Barbus, hacía referencia a una viñeta del humorista gráfico El roto: "Os bajaremos el sueldo, os quitaremos derechos, nos llevaremos la pasta... y además, nos votaréis!". Otro ejemplo, Pagano pagador clamaba: "A mí no me consuela nada que el ladrón sea de izquierda, derecha o centro, eso es lo de menos, lo pagamos igual". También hay quien opina que la Administración está sobredimensionada o que hay demasiados funcionarios. Pero cada vez que se publica una noticia sobre la situación económica, no solo reciben los políticos. También el sistema financiero, la patronal e incluso los sindicatos o las familias que se endeudaron alegremente. Hay disparos para todos y en todas las direcciones. Mala gestión, despilfarro, corrupción... son expresiones que aparecen marcadas a fuego en los comentarios a pie de las numerosas informaciones sobre recortes, PIB, deuda... que a diario golpean la actualidad.

Jean-Jacques Rousseau decía, en "El contrato social", sentirse emocionado "cuando se ve en la nación más feliz del mundo a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse siempre con acierto". Utópico o no, quizás ha llegado el momento de revisar ese "contrato" que nos hemos dado, porque tenemos muchas preguntas y nos faltan respuestas.