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O viceversa, que tanto monta monta tanto. La tenemos a la vuelta de la esquina, un puñado de días festivos para dedicarlos a lo que queramos, a lo que queramos o podamos, porque también en esto el querer no siempre es poder. Porque las crisis llevan como equipaje, entre otras muchas otras cosas, para quienes no pueden, el medir las distancias de sus desplazamientos en palmos más que en kilómetros, descubrir para unos y redescubrir para otros lo más cercano, esos lugares que por tenerlos a mano siempre decimos que vamos a ir a verlos pero que jamás llegamos a hacerlo. Las familias, los amigos van a tener la ocasión de reencontrarse con más oportunidades y quién sabe, a lo mejor tienen hasta la enorme suerte de descubrir facetas inimaginables. Si no nos alcanza para más, habrá que echar mano de la imaginación, del arte de soñar, una de las pocas cosas que nos queda para poder disfrutarla libremente y en cantidades astronómicas. Al fin y al cabo soñar no es más que eso, poder estar donde queramos sin fronteras que nos lo impidan.