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A mí, que me vendan que el dinero no da la felicidad, me parece tonto. ¿Con cuántos millonarios tristes y deprimidos nos hemos cruzado por la calle? Si tu cuenta corriente rebosa de cifras y va corta de letras llegas a final de mes con ganas de que empiece otro y no haciendo encaje de bolillos para cuadrar números y darte el caprichito de poder comer. Además, seamos sinceros, ahora ser 'muchimillonario' no está de moda. Lo que se lleva es andar pelado, debiendo aquí y allá, sobreviviendo con el resquemor de no saber si la semana que viene tendrás trabajo o al capataz le habrá dado por cerrar el chiringuito.

Entre nosotros, a Cristiano Ronaldo lo veo feliz. Puede que sea el único futbolista y persona en la faz de la tierra que cuando marca un gol se enfada tanto o más que cuando lo falla, pero por lo demás no lo veo demasiado apurado. Hay una corriente filosófica que asegura que deberíamos contentarnos con lo poco que tenemos y tal. Qué bien se vive sin nada, sin casa, sin ropa, sin televisión... ¿A qué sí?

Pero, matizaré. El millonario, en su adinerada infelicidad, se cree por encima de las normas o capacitado para subvencionar a golpe de maletín de dudosa legalidad a cualquiera que no le deje obrar a su antojo y esto, para el resto de mortales que pagamos impuestos y todo lo que nos pidan sin posibilidad de rechistar pues cabrea. Coleccionar fajos de dinero, alardear de coche, vivienda, vestimenta y peluco no debería significar nada ante la Ley, aunque se fijen y se paguen auténticas burradas de fianza. Vamos, que si el rico la hace, el rico la paga, ¿eh, Marichalar?

Sí, toda la parafernalia anterior servía para hablar del nietísimo, del filántropo de nombres y apellidos (Felipe Juan Froilán de Todos los Santos). Que un chaval de 13 años ande jugando con escopetas y pistolas de verdad da qué pensar y, de paso, si es ilegal, su familia debería pagar igual que tú y que yo.

Aunque claro, el mozo ya de por sí andará tocado. Si tenía intenciones de ser futbolista profesional ahora lo tiene 'chungo'. Quizás tenga más futuro como pirata, por lo de la pata coja, o que simplemente, los 13 años es una edad complicada, en la que quieres llamar la atención en casa y no sabes cómo hacerlo. O que quería ponerse un piercing en el dedo del pie y se le fue de las manos... Los ricos y sus manías. Suelen decir que las armas las carga el Diablo pero tengo la sensación de que en este caso la cargó su padre o el propio crío. Ya se apañará con las muletas.
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dgelabertpetrus@gmail.com