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La terminal portuaria de Ciutadella se construyó en 2004 y estuvo operativa hasta hace un año. Durante estos siete ejercicios ha servido para atender en buenas condiciones a miles de pasajeros. La compra del edificio y la construcción de la estación marítima, en dos fases, representaron una inversión de 4,45 millones de euros. Eso significa que el coste del servicio ha sido de unos 1.700 euros diarios. Cuando se proyectó el dique de Son Blanc nadie se preocupó en serio de darle un uso a la terminal. Este olvido es sistemático en casi todos los traslados de servicios públicos. En el caso de la estación marítima de Ciutadella una espléndida sala de actos no ha sido casi utilizado en estos siete años de actividad. Finalmente, Ports se plantea convertir el edificio en un centro comercial. No es una idea desdeñable. Más vale que sirva para activar la economía productiva y ahorrar así un gasto público que se produciría si se le busca una utilidad que no sea prioritaria. A los gestores políticos no solo se les ha de exigir austeridad en el gasto, sino también en el uso del patrimonio público. Además, sería deseable una mejor planificación, para no seguir dejando "cadáveres" inmobiliarios por el camino.