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M i unicornio azul ayer se me perdió. No sé si se me fue, no sé si se extravió... Siempre que me enfrento al folio en blanco y la inspiración no está, están los acordes -bellísimos, rotundos- de esta canción de Silvio Rodríguez de fondo. Cuesta rescatar del pozo de las ideas algo que no sea negativo. Cuesta encontrar las palabras para que escalen una montaña de optimismo, esquivando las grietas de la corrupción y el despropósito, la falta de oxígeno provocada por la crisis, la debilidad de cargar con la mochila de los recortes. Cuesta acertar en la estrategia, saber cuándo y por dónde tirar, o si conviene reservar fuerzas. "...Mi unicornio y yo hicimos amistad, un poco con amor, un poco con verdad..." Cuesta pensar que por fuerte que sea el desnivel, interminable la cresta o vertical la pared, siempre hay una cumbre desde la que el panorama es impresionante y distinto. Y aunque, en ocasiones, la sensación de impotencia es inevitable -en la montaña, más grande cuando más alta, más hielo, más viento, más aristas, más sol- y los abandonos, lógicos, la cumbre sigue ahí. Esperando que llegue la inspiración, encontremos la cordada adecuada y nos decidamos a conquistarla.