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Por la borbonada de cazar elefantes, el Rey se disculpa. Mientras, Rajoy recorta a diestro y siniestro pero sigue tan mudo como el primer día.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Churchill habló a los británicos en su famoso discurso en el que les pidió "sangre, sudor y lágrimas". Ahora en España estamos padeciendo unas medidas económicas casi de guerra y al artífice de las mismas solo le vemos de refilón en los telediarios hablando en el Parlamento o allende nuestras fronteras.

Los puristas dirán que el Congreso es la cámara de la soberanía popular y es allí donde el jefe del Ejecutivo debe explicarse. Sin embargo, en la cámara baja no caben todos los españoles a los que los crudísimos recortes en materia laboral, sanitaria, educativa y tributaria van a afectar en sus propias carnes.

No parece normal que el señor de la Moncloa lance mensajes a los mercados y no hable con los ciudadanos. En lugar de ello se limita a enviar a sus "karankas" a las ruedas de prensa.

El sistema para entrar en todas las casas es la televisión y Rajoy, aprovechando que ahora se ha hecho más dueño de ésta, debería dejar de jugar al escondite y explicarnos todo lo que hace y por qué. Es sensato creer que algunos de los recortazos que padecemos son inevitables pero también deberíamos saber que quien los ordena es un hombre y no un robot manejado a distancia desde Berlín.