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El Valeriano Allés logró ayer por la tarde una nueva gesta para el deporte menorquín. Revalidar el título de campeón de la Superliga Femenina de Voleibol que justo hace un año había conseguido por primera vez. La victoria en la final de esta complicada temporada eleva aún más si cabe el prestigio del que es sin duda el mejor equipo insular que disputa una liga profesional. En los seis años que milita en la máxima categoría ha disputado seis finales y solo la Copa de la Reina se le resiste. Sin embargo, el Club Voleibol Ciutadella atesora en sus vitrinas un impresionante palmarés fruto del esfuerzo en la pista, pero también del excelente trabajo realizado desde todos los estamentos de la institución. La entidad que preside Cati Moll ha actuado con prudencia en la gestión para sortear las dificultades económicas fruto de la crisis que afecta a toda la sociedad. Se han aplicado ajustes y equilibrado un presupuesto para no poner en peligro el futuro del club. Pero es de justicia destacar también la labor que se realiza en el fomento del deporte base y el arraigo que ha logrado en Ciutadella a lo largo de su medio siglo de existencia. Ayer los menorquines vibraron cuando se coronaron como campeonas. El pasado y presente están plagados de grandes logros, lo que permite encarar el futuro con optimismo e ilusión.