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El Menorca Bàsquet ha superado la primera eliminatoria del play off ante el Breogán y afronta con optimismo la lucha por el ascenso a la ACB. El regreso a la máxima categoría del baloncesto español plantea siempre dudas de carácter económico. ¿Cómo va a ser posible aspirar a ese objetivo deportivo cuando los recursos económicos no lo permiten? Hay que valorar dos cuestiones. En primer lugar, vamos a por todas con la idea de ascender a la ACB. Sería la culminación de un gran éxito, la superación de múltiples dificultades, la satisfacción porque Menorca sea capaz de luchar por una idea ambiciosa y conseguir el resultado por el que se trabaja toda la temporada. Si es así, los aficionados y todos los menorquines habrán de sentirse satisfechos. Lo que pase después formará parte de un capítulo distinto de la historia del baloncesto en la Isla. La segunda cuestión se refiere al trabajo del club. El esfuerzo de los dirigentes a veces no recibe el apoyo social que se merece. Que ahora el equipo aspire al ascenso no es un mérito exclusivo de los jugadores, sino también de los gestores. Además, éstos tienen una responsabilidad añadida: hacer posible el sueño de jugar en la ACB. Y si al final, pesa más la crisis que la ilusión, habrá que estar agradecidos por el esfuerzo.